En lugar de frenar sangría poblacional y traer de vuelta a los asturianos emigrados forzosamente, la banca propone como solución traer extranjeros, bajar las pensiones y alargar la edad laboral
El desmantelamiento del tejido socioeconómicu asturiano y la continua emigración de la juventud llevan a una situación en la que el 42% de los concejos asturianos registra más jubilados que trabajadores, con tan solo dos en activo por cada uno retirado, cuestión que se agrava al incluir en la cuenta a todas las pensiones: como media, Asturies tiene 1’3 cotizantes por cada pensionista.
BBVA Research, sociedad que lleva años desarrollando estudios sobre la relación cotizantes/jubilados y su consecuencias económicas, indica que para mantener la relación actual entre la pensión media y salario medio tendría que traerse a Asturies miles de trabajadores forasteros, se supone que por ser menos conflictivos que los asturianos y dar más posibilidades de contratos precarios. El FMI se apunta a esa solución, añadiendo que habría de aminorar las pensiones, privatizarlas, crear impuestos, alargar la vida laboral y bajar los salarios, aparte de «incrementar la proporción de personas que trabajen». Pero la cuestión no es esa: en Asturies no hay déficit de trabajadores, hay déficit de trabajo.
Siendo la séptima zona de Europa con la población más envejecida -con una edad media de casi 50 años, por encima de cualquier otra del estado-, Asturies tiene la menor tasa de población activa ( 50’27%). Así, nos encontramos con que el 20% del PIB de Asturies corresponde a los pensionistas, cifra que va en veloz progresión. En los mejores casos hay casi dos trabajadores por jubilado, con 33 concejos con prevalencia de pensionistas y otros 23 en los que apenas se alcanza el uno por uno. Ibias es el concejo con menor ratio, con nada más un 0’38% trabajadores por jubilado, seguido de Riosa (0,45) y Quirós (0,54).
El problema no radica unicamente en la baja cifra de cotizantes, sino en el previo saqueo del fondo de pensiones, que obliga a depender de los trabajadores en activo para mantener la paga de quienes ya han cotizado y en la precarización del empleo, que desploma las cotizaciones.
Llucía F. Marqués
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