El nombramiento del escritor y editor Anton García al frente de la Dirección Xeneral de Política Llingüística divide la opinión pública entre quienes le definen como gran defensor de la lengua asturiana y quienes le acusar de «comprador de voluntades» por utilizar dinero destinado al asturiano para su interés y de beneficiarse de facilidades a la hora de alcanzar subvenciones
Históricamente, la figura de Antón García se vincula al nacimiento mismo de la escolarización del asturiano, cuando las diferencias entre la ALLA y la Consejería de Educación llevan a dimitir de su cargo a Xose Antón González Riaño y a Pablo Manzano, representantes de la Academia la Llingua, por considerar que no un se estaban haciendo bien las cosas. El tercer representante del ALLA, Felix Ferreiro, abandona la posición de la Academia y pasa a formar parte de la Oficina de Política Llingüística que, con Faustino Álvarez al frente, padece una fuerte oposición por parte el profesorado, quienes llegan a boicotear sus medidas.
De esta confrontación nace, en tiempos del socialista Pedro de Silva, el Serviciu de Política Llingüística, y a su frente es nombrado Antón García, naciendo así la primer polémica: el escritor no cuenta con los requisitos legales para desarrollar ese puesto, al no tener en aquel momento una licenciatura. El sindicato de Enseñantes SUATEA organiza entonces una recogida de dondos para sacar adelante una querella a su contra, en la que participan renombrados agentes de la cultura asturiana del momento, incluyendo académicos, escritores y profesores. Sin embargo, en un movimiento poco claro, la sentencia reconoce que no cumple las condiciones pero falla a favor de Antón García, que continúa en el puesto. Se decide no recurrir sentencia y Antón queda al frente del SPLL.
Durante el tiempo que ocupó ese cargo, según sus detractores, ha destacado por su habilidad para «comprar voluntades» y repartir beneficios, creando una red clientelar a su alrededor que ha lavado a conciencia su imagen. La continua -y descomunal- concesión de subvenciones a la editorial fundada por él, Trabe, también ha sido motivo de discusión, tratando de desviar su responsabilidad pasando el cargo de directora a su mujer, Consuelo Vega, y haciendo más tarde un «traspaso» de la editorial para alejarse de las sospechas de prevaricación que recaían sobre él.
Su posición respecto a la lengua queda reflejada en algunas entrevistas concedidas a lo los largo últimos años, en las que reconoce que ve al asturiano como una «lengua minoritaria en trance de desaparición» y resta importancia a la oficialidad, de la que ha dicho textualmente que «La oficialidad, sin interés social por la cuestión, es un simple papel y además llevo treinta años convencido de que es así».
Redaición InfoAsturies
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