Niños y niñas corriendo, pintando, leyendo, jugando, aprendiendo a grabar videos o a montar en skate. Familias reunidas, padres y madres bailando con sus hijos, contando cuentos, cantando. Comer el el prado, recoger hojas, jugar al baloncesto o al dominó, lanzar aviones de papel o perseguirse entre los árboles. Vivir. Porque de eso se trata Reciella: de vivir en asturiano, de ser en asturiano
Comu todos los años, en esta edición de Reciella han abundado los abrazos y las sonrisas, la música, los talleres, los libros y los colores, creando ese especial ambiente acojedor que deja a los más pequeños -y a los mayores- con ganas de más.
Cada año son más las familias que se acercan para disfrutar de este espacio seguro para asturfalantes, donde la lengua que los niños oigan sea la misma que hablan en su casa, donde los mayores y las cosas divertidas que les rodeen hablen asturiano y nadie les vaya a decir que no los entienden ni que hablan mal. Pero también son cada vez más las familias aún no asturfalantes que se acercan a Reciella para que sus hijos tengan oportunidad de conocer el asturiano, de ir aprendiéndolo y de disfrutalo, conscientes de que para ellos será una mayor riqueza y una herramienta importante de comunicación y conocimiento del país en el que viven.
En un país en el que la población infantil es cada vez más escasa, cada niño y cada niña son un preciadísimo medio de conservación y transmisión, cada familia, indispensable en su labor de criar en asturiano. Echando una ojeada ayer al Pueblu d’Asturies respiraba uno con más esperanza: el asturiano -y por tanto, Asturies- tiene un futuro.
Llucía F. Marqués
Esta obra está licenciada bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.