Cada vez son más los asturianos y asturianas que viven solos -y se mueren solos- y es preciso hacer por ellos algo más que invitarlos a cenar en navidades

Cabañaquinta se suma a los ayuntamientos que, como el de Ayande o Cudideiru, ofrecen una cena especial por las fiestas navideñas a las personas mayores que viven solas.

La iniciativa, de mano, es buena. Cuanto mejor juntos con la gente del concejo disfrutando un buen menú que solos en casa cenando lo que alcance con la correspondiente pensión frente a la tele. La lectura más general de esta noticia es «a ver si se hace en todos los concejos». Sin embargo, no podemos pararnos ahí, remendando días sueltos sin enfrentar el problema.

La necesidad de estas cenas retrata una realidad que no un puede ser definida sino como triste: cada vez son más los asturianos que viven solos y, de paso, que mueren solos, sin que nadie se entere (seis han sido encontrados este año tiempo después de su fallecimiento). Más de 137.000 asturianos no comparten vivienda y de ellos más de 64.000 superan los 65 años. Se dan casos como el del concejo de Ponga, en el que todos los vecinos que viven solos suman el 15% de la población, siendo todos ellos jubilados.

La mayoría de estas personas viven en zonas rurales, sin la correcta atención medica, sin transporte en condiciones, en muchos casos incluso sin carreteras adecuadas. Son mayores que, además, ante la falta de relevo generacional asumen los trabajos que debería hacer una juventud ausente, mientras ven caer y desaparecer el país en el que han vivido. Los problemas mentales derivados tanto de la edad como de la soledad son habituales.

En el origen de este problema, está la Asturies abandonada, la emigración de los familiares -ya sea a otro país o a las areas urbanas- agravada por la falta de vecinos y el envejecimiento de los mismos. Uno par de cenas navideñas, está bien, pero no deja de ser una tirita mal puesta en un corte por el que nos desangramos.

Lucía F. Marqués

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