Los datos aportados por la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (Sadei) cifran la superficie arrasada el año pasado en 14.470 hectáreas, frente a los 2.066 del año anterior
Después de las calamitosas cifras del 2017 – cuando ardieron casi 28.000 Ha.- la sociedad en pleno pidió que se tomaran medidas de prevención contra los incendios. Los problemas apuntados eran varios: abandono de la montaña, plantaciones de eucaliptos, recortes en el cuerpo de bomberos, intereses económicos y falta de vigilancia de pirómanos.
La mayoría de los incendios comienzan después de las 6 de la tardi y en fin de semana, justo cuando menos efectivos de extinción hay en servicio; los eucaliptos y los pinos (esta última una especie directamente pirófaga) aumentan el riesgo de incendios y los extienden con velocidad, pero el “Principado” sigue ampliando los permisos para plantarlos; la limpieza de los montañas desde el abandono de las zonas rurales es insuficiente y el hecho de que las leyes permitan hacer negocio con la madera quemada y recalificar los suelos tras los incendios para edificar en lo que eran áreas forestales hacen rentables los incendios.
El resultado, otro año de calamidades:1.523 incendios que han afectado a 14.470 hectáreas, hasta 147 fuegos ardiendo al mismo tiempo. Hoy mismo, lloviendo en casi toda Asturies, solo 5 concejos tienen bajo índice de riesgo de incendio y 48 están marcados como de riesgo alto en la página del 112; Hace una semana ocho concejos figuraban en alerta máxima de riesgo de incendio.
Nuria Prendes
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