Las multitudinarias manifestaciones del año pasado no han traído ningún avance significativo en lo que se refiere a la lucha feminista. Pero no nos engañemos, eso no quiere decir que la lucha no sirve, sino muy al contrario, que hay que luchar más
Las mujeres continúan siendo las que más padecen las cifras del paro, las peor pagadas, las más explotadas y, este año más evidentemente, las principales encargadas del cuidado de enfermos. Solo 7 de cada cien personas que pidieron excedencia por cuidados fueron hombres.
La inseguridad en las calles y en los hogares no ha disminuido, las agresiones en el hogar se han incrementado durante los confinamientos y la doble jornada impuesta por la necesidad económica de trabajar al mismo tiempo que se es cuidadora y ama de casa continúa recayendo principalmente sobres las mujeres asturianas. También protagonizan las mujeres las cifras de hogares más pobres y la de soledad.
Según los datos extraídos de un informe elaborado por el Instituto Asturiano de la Mujer, en Asturies viven aproximadamente 533.000 mujeres, un 52,3% de la población del país, proporción que se duplica cuando hablamos de personas mayores de 80 años. El promedio de familias monomarentales supera con creces la media estatal, con un total de 18.400 y son de hecho los hogares más pobres. El 54’6% de las personas que viven solas en Asturies son mujeres, 3 de cada cuatro cuando hablamos de mayores de 60 años.
Como hace varios lustros, las mujeres asturianas siguen yendo por delante de los hombres en cuanto a finalización de estudios universitarios y presentación de tesis doctorales en la Universidá d’Uviéu, especialmente en la rama de ciencias, algo que no se refleja en la posterior consecución de puestos de trabajo de alto nivel.
En Asturies, el empleo femenino está muy concentrado por sectores, especialmente en sector servicios, destacando el ámbito de la hostelería, limpieza y cuidados -los más precarios-, siguiendo en cifras el número de mujeres dedicadas a la administración pública, la educación y las actividades sanitarias y de servicios sociales. A pesar de su mayor formación, apenas se encuentran mujeres en puestos directivos o de investigación.
Este año trajo también la paradoja de que las manifestaciones feministas sean las únicas en ser cuestionadas, después de concentraciones multitudinarias de todo tipo, color y orientación, con o sin medidas de seguridád, a pesar de que los datos reflejan que estas revindicaciones siguen siendo, literalmente, vitales.
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