Cuando creíamos que la plataforma de guerra cultural de extrema derecha, El Club de los Viernes, que ha centrado buena parte de sus esfuerzos en la lucha contra oficialidad del asturiano, no podía hacer más el ridículo, el cruce de acusaciones entre la actual directiva y el anterior vicepresidente los convierte en un auténtico circo
Patéticas manifestaciones de cinco personas, declaraciones grandilocuentes sin más fundamento que el odio, bulos y payasadas varias definen la trayectoria de este Club, que salta ahora a la actualidad por sus divisiones internas.
Por una parte, está el recientemente destituido vicepresidente, Ricardo Parente, acusando a la actual directiva de calumniarlo, de no mantener el celo necesario en la custodia de los datos de los miembros y de no pagarle su última mensualidad, todo ello, según Parente, a raíz de un conflicto no resuelto desde julio de 2019 por la división en el seno de la organización entre partidarios del PP y de Vox. Por su parte, la junta directiva del Club de los Viernes acusa a su exvicepresidente de acumular una importante deuda con el Club y de opacidad en las cuentas. Tras su destitución, según la versión de la actual directiva, Parente mantiene en su poder las claves de las cuentas del Club, utilizando además en su beneficio las bases de datos del mismo.
La vinculación de este colectivo con los partidos de extrema derecha nunca ha sido un secreto, de hecho, uno de sus principales dirigentes en el inicio de su andadura, Ignacio Blanco, se sienta hoy en la Junta General como portavoz de Vox y su expresidente, Daniel Rodríguez Asensio, trabaja en la campaña electoral de Ayuso.
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