Del Facebook d‘Outurelos miel de Ibias
Fallaron los pastores, el eléctrico y el humano: un servidor. Lejos de ser un lamento, este texto es una oda al campesinado. Somos muchas/os las/os que trabajamos con razas autóctonas, con variedades tradicionales de plantas y árboles y cuidamos de nuestros territorios cada día; y tenemos derecho a que nos escuchen.
Oigo a mucha gente del campo desanimada con el día a día. Las grandes cadenas están pagando precios irrisorios a las/los que producen y la burocracia va en aumento. Pero no podemos olvidar que trabajamos la tierra que queremos y que es esa misma tierra la que nos alimenta. ¡Debemos estar orgullosas/os!
La semana pasada un oso volvió a entrar en uno de nuestros colmenares. Una vez más, fue el primero que probó la miel de este año. Compartir territorio con la población de oso más importante de Europa, conlleva una mayor atención y cuidado, pero debe suponer también una diferenciación en el producto final.
Daños de fauna, pérdida de cosechas por hielo, granizo o sequía. Una gran parte de la sociedad, vive de espaldas a los problemas a los que nos toca enfrentarnos. Y la Administración no siempre está a la altura. Pero por encima de todo eso, hacemos lo que nos gusta y trabajando nuestra tierra, conseguimos que la cultura que hay asociada a ella, no se pierda.
Todo esto que escribes está muy bien, pero ¿qué puedo hacer yo que no vivo en el rural? El carro de la compra es soberano, en este país hay muchas/os agricultoras/es y ganaderas/os, que siendo coherentes producen alimentos de calidad. Tienes una oportunidad cada día de hacer algo por ellas/ellos.
¡No lo dudes!, puedes apoyar a toda esa gente comprando lo que hacen, en lugar de ir al supermercado a llenar la nevera de cosas que se producen en otros continentes. Quizás así los territorios sigan vivos y cada vez haya más gente que vea en el campo un medio de vida tan digno como cualquier otro.
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