La baja calidad de la Sanidad Pública ya era objeto de reclamaciones antes de la debacle generada por el Covid 19, pero las reformas realizadas amparándose en la emergencia sanitaria -aunque en ocasiones sea difícil ver el nexo de unión entre pandemia y recortes- la han dejado en ruinas, abriendo un campo enorme de beneficios a la sanidad privada
El domingo, centenares de personas reivindicaban en Uviéu más personal para el área sanitaria de Xarrio y reclamando una sanidad «pública, digna y de calidad». Concretamente reclaman un servicio de geriatría, imprescindible en una zona tan envejecida.
Ayer, otros cientos de personas se han vuelto a manifestar ante la Xunta Xeneral y la sede de la Presidencia del Gobierno del Principado, bajo el lema, «La Atención Primaria entra en parada. Por una sanidad digna en Asturies», para protestar ante el «deterioro que sufre el sistema de Atención Primaria, una atención que ya contaba con serias deficiencias antes de la pandemia pero que ahora se encuentra en un estado lamentable, con ausencia de médicos incluso en las grandes ciudades, rotación constante de facultativos, retrasos en las citas médicas, aumento de la atención telefónica y supresión del servicios de urgencias en centros de salud.
La dispersión geográfica y el envejecimiento de la población de las zonas rurales, alegaron los manifestantes, son agravantes del problema. Resaltaron el hecho de que hay concejos donde se ven afectadas por la falta de atención primaria familias enteras, algunas con niños y todas con ancianos, a los que se les está privando de servicios fundamentales como la atención pediátrica y geriátrica.
Una de las consecuencias de este progresivo deterioro de la salud pública es que los vecinos de distintas partes de la geografía asturiana se ven obligados a desplazarse a otros centros de salud para recibir la atención sanitaria que precisan. Otra de ellas, que cuando puedan permitírselo acudan a centros privados, beneficiando a la sanidad privada y generando un elitismo de la salud, es decir, ampliando la brecha sanitaria en función de los ingresos económicos, lo que es contrario en todo punto a la teórica filosofía de la sanidad universal en la que se fundamenta la idea de la sanidad pública.
Los manifestantes entregaron un manifiesto un manifiesto dirigido al presidente del Gobierno, Adrián Barbón, y a la Consejería de Salud, liderada por Pablo Fernández, en el que resumían sus exigencias.
Nuria Prendes
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