Llucía F. Marqués
En Buyeres, Nava, cae un hórreo -otro- cuyo esqueleto, puesto al aire en las miserias de su fin, muestra su antigüedad. Mientras tanto, en el Faru Peñes (Gozón), planifican un Tour flamenco. Radiografía en dos líneas de un país falto de autoestima
No tengo claro quien ha recomendado a Las Mines Flamenco Tour el Faru Peñes como primera parada del “Festival del Cante de las Minas”, compartiendo camino con puertos de cultura tan ajena a la nuestra como el de Chipiona (Cádiz), el del Tinglado 1 del Puerto (Tarragona) o el de Motril (Granada), pero ha sido sin duda alguien cien por cien ignorante de la cultura asturiana; nada de extrañar, teniendo en cuenta las dificultades que encuentra siempre lo nuestro y las facilidades que se da a lo forastero. Los organizadores de esta gira “Faro” insisten en “unir el baile flamenco y la cultura portuaria”. Igual precisaban un mapa, porque está claro que hablan de la cultura Mediterránea, ajena por completo a nuestro país geográfica, histórica y culturalmente; no habrá en este caso representantes del Arco Atlántico, el mar con el que si compartimos cultura portuaria.
¿Habrá algo más surrealista que un cantaor de flamenco en el Cabu Peñes? ¿una Banda de Gaites en el Rocio?. No, yo os diré algo más surrealista. Dejar caer construciones centenarias únicas en el mundo por pura desidia. El ejemplar que acabade caer en Buyeres tenía muchos años, “como prueba que las esquinas de la caja o cámara –los engüelgos– eran de una sola pieza de madera y que la división interna a su vez estaba hecha con tabiques de sardera.” (Información aportada por Memoria Encesa). No es el único, un paseo por Asturies ofrece el desolador panorama de decenas de hórreos y paneras cayendo, ante la indiferencia de propietarios y autoridades. Obstáculos administrativos, cargos, falta de apoyo, abandono… un paso más en el bien planificado camino a extinguir todo lo que sea identitario en Asturies.
¿Y los asturianos? A verlas venir al compás del flamenco, sin parase a pensar que cada cosa tiene su lugar y que para apreciar lo de afuera, primero hay que quererse a uno mismo.
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