Cuando una batalla está casi ganada el enemigo siempre ataca con renovadas fuerzas. No hay que dejarse llevar por el miedo, no es un peligro, es su último aliento
Llucía F. Marqués
Asistimos abatidos al ataque unánime y sincronizado de prensa y redes contra el asturiano. El día que no un surge un grupo “anti”, sale una cabeza bienpensante diciendo sandeces o una noticia fuera lugar con la que meter miedo a la población. El síndrome “Cataluña”, que se inflama con todo el que no sea español y muy español, se empeña en esparcirse y por esparcir una preocupación artificial que no está en las calles, como han mostrado de sobra las últimas encuestas.
Tranquilos, es nada más que tienen miedo. La posibilidad de que se dé un descomunal paso adelante en los derechos lingüísticos asturianos con la Oficialidad está ahí, pendiente nada más de un verdadero esfuerzo que convierta en hechos las promesas y que transforme los gestos en realidades. Si quienes dicen querer oficialidad la quieren, es cierto, este año podríamos alcanzarla.
Y esas son cosas que no un gustan pizca a la España que en Asturias padecemos, ni a la nueva ni a la vieja. No quieren oír hablar de los pasos adelante, ni de los derechos, ni de las lenguas, mucho menos de lo asturiano. Por tanto, no es de extrañar que enseñen los dientes, como animales acorralaos. No cometamos el error de darles cancha y mucho menos el de asustarnos.
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