No soy fubolera, jamás lo he sido y no comprendo los mecanismos que hacen vibrar a la gente con una pelota entre tres palos. Es por ello que ayer, mientras todos escribían prodigios de Quini -por otra parte casi vecino mío – yo seguía a mis cosas y esta nota póstuma llega quizás con retraso
Pero tanta condolencia me picó la curiosidad. así que lei con más atención de lo habitual una noticia que trascendía sin duda lo futbolístico: algo debe tener quien recoge cariño del Sporting y del Uviéu a un tiempo, poniéndose por delante de su rivalidad, como representante del fúbol asturiano entero. La camiseta con el rótulo «Quini ye Dios» acabó de animarme a investigar.
Me encontré con un hombre que lo mismo salía de una pipa de sidra que recomendaba más libertad para los niños, que, quitándose siempre importancia, defendía lo suyo y echaba una mano donde hiciera falta, un paisano más allá de todas las piruetas fubolísticas … lamenté no haber aprovechado la oportunidad diaria de saludalo por la calle, cuando estaba aún a tiempo. De él, me quedo con una frase con la que puedo identifícarme: “Soy asturiano por encima de todo y trato de dejar a Asturies en lo más alto”.
Sin embargo, no ha sido eso lo que me animó a escribir este comentario tardío, sino una niña.
Iba yo ayer, a eso de las siete de la tarde, en el autobús número cuatro -que acaba junto al Molinón, estadio al que Quini no querría, seguro, cambiar el nombre- y no pude sino percatarme de que, de las veinte presones que tenía al alcance mi vista, seríamos escasamente siete los que no llevabemos bandera, bufanda o camiseta el Sporting.
Coime, pero si hoy no hay partido…ah… no -tardé un rato en hilar ideas- que van al Molinón a despedirse… vaya, impresionante. Yo y los otros seis sin el rojiblanco- debemos de ser bichos raros.
Mientras pensaba en ello, una niña de unos ocho años, embutida hasta las narices en su correspondiente abrigo verde mar, se revuelve inquieta en el asiento de enfrente. Al final le dice con un deje de angustia al abuelo -serio, elegante, formal- “güelito, dejame quitar el abrigo, que no se nos ve la camiseta” a lo que el hombre replica impasible “No es necesario que se te la vea camiseta, los asturianos el orgullo lo llevamos por dentro”.
No hay más que decir.
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