Los datos del SADEI sobre movimientos migratorios en Asturies en el año 2.015 hablan de un costante desangrarse de nuestro pueblo.

La falta de trabajo, las lamentables condiciones laborales y los obstáculos económicos son los motivos que empujan  a aquellos que se ven forzados a emigrar buscando horizontes más prometedores, pero en el trasfondo de esta sangría subyace la falta de esperanza en el futuro de Asturies.

De estos emigrantes, 10.099 decidieron emigrar a España, mientras que otros 4.825 escogieron otros países como destino. Se calcula que por lo menos el ochenta por ciento de entre ellos no volverán.

Las consecuencias para Asturies son numerosas; por un lado, se constata que la gran mayoría de los nuevos emigrantes son gente joven, generalmente con una buena formación  -entre 25 y 55 años- o familias con hijos -1.598 niños y niñas crecerán fuera de Asturies, haciendo muy difícil el retorno- lo que lleva a un progresivo envejecimiento de la población asturiana; por otro, la perdida de raíces que supone el alejamiento del hogar de estos 15.000 asturianos pone en peligro el tejido cultural, un ámbito ya muy perjudicado. Por supuesto, no se pueden dejar de lado las consecuencias personales que esta emigración implica, tanto para los que se van como para los familiares que ven partir a sus seres queridos.

Simultáneamente, el mismo año llegaron a Asturies 13.000 personas provenientes de otros países, dato que no es negativo en si mismo pero que conlleva serie una   de consecuencias que no deben olvidarse. La ausencia de protección legal a nivel laboral que carecen los inmigrantes permite la existencia de trabajos de muy bajo nivel, con salarios que rocen en munchos casos la explotación, lo que no solo perjudica a estas personas sino que está haciendo caer alarmantemente las condiciones laborales en todo el país.  Además, la falta de una correcta política de integración cultural mantiene en la mayoría de los casos a estos nuveos habitantes alejados de la cultura y lengua asturianos, lo que, sumado a la fuga de asturfalantes, daña considerablemente el panorama lingüístico. Algunas asociaciones ya están tomando medidas a ese respecto, ofreciendo clases y reuniones de conversación libre a quien quiera aprender a hablar asturiano, pero la convocatoria no siempre llega a sus principales destinatarios.

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