Toda nuestra vida está programada.
Desde que nacemos, nos meten en la escuela, en un sistema educativo que más se parece a una fábrica que a un lugar donde aprender a vivir. Luego, tras pasar por los procesos de programación de la fábrica que es la escuela, pasamos al bachillerato. Cuando acabamos, por fin, de estudiar, pasamos a estar programados en nuestro trabajo. Entras a tal hora, sales a tal hora. Todo el año igual. Después del trabajo, los viernes y los fines de semana, a despotricar del trabajo con los amigos mientras te gastas el dinero que has ganado en cerveza o en ver el fútbol. ¡Hasta el sexo se programa! Tenemos unas bellas aplicaciones para el móvil donde podemos decidir, en base al físico, si una persona nos gusta o no para echar un polvo. Si nos gusta y la cosa funciona, quedamos, hablamos un rato y luego a algún sitio más o menos privado a echar un polvo. ¿Dónde ha quedado la naturaleza con su espontaneidad? ¿En qué momento cambiamos nuestros cerebros por ordenadores? Al final va a ser cierto que estamos en Matrix, y que todo es mentira.
¿Desde cuándo la naturaleza sigue los mismos ciclos en verano que en invierno? En invierno todo se ralentiza, los animales duermen más, algunos hasta se pasan todo el invierno trabajando…quería decir, durmiendo… aunque sí es cierto que hay un animal que se pasa todo el invierno trabajando como si fuera verano. Se llama humano, y se considera superior por no respetarse a sí mismo y por separarse de los ciclos del planeta en el que vive. Si en invierno hay menos horas de sol, es normal que se duerma más, por lo que la lógica dicta que debería haber horarios más cortos. No voy a decir que tenga que ser desde que el sol sale hasta que se pone, pero sí que, por poner algo más fijo, desde las 10 de la mañana (que se levanta el sol en diciembre o enero) hasta las 4 de la tarde, que es cuando se empieza a poner. Lo que no tiene ningún sentido es que nos tengamos que levantar a las 7 de la mañana, en oscuridad absoluta, para poder llegar a currar a las 8 ó 9, y que salgamos de ese mismo curro a las 5 ó 6 de la tarde, también en oscuridad absoluta… Si nos ponemos un poco estrictos, deberíamos despertarnos con el sol y acostarnos con él también, es decir, ahora en febrero levantarnos sobre las 8 am y acostarnos sobre las 7 pm, más o menos. Ahí entra el que cada uno sea un animal más diurno o nocturno, y que se haya acostumbrado más a dormir de día o de noche.
Volviendo a otros temas de programación: La programación ha invadido a tal punto nuestras vidas que ya no hay casi nada espontáneo. El otro día leí un artículo sobre que las parejas en japón tienen menos sexo. ¿Cómo puede ser eso? porque « no hay tiempo » Y no hay tiempo significa: tener sexo de verdad implica romper todos los programas. ¿Cómo vamos a llegar puntuales a la cita con los amigos del viernes si estamos disfrutando del sexo y el tiempo para de importarnos? Porque cualquiera que haya tenido buen sexo sabe que cuando tienes buen sexo el tiempo se funde. Se convierte en una cosa que no existe. Desaparece. Así que nos limitamos a relaciones superficiales de una noche, donde ese tipo de sexo que difumina el tiempo y rompe los esquemas no exista. Para así poder seguir con nuestras vidas monótonas y programadas sin que nada las moleste.
Sinceramente, estoy cansado de eso. Quiero que volver a vivir esa espontaneidad propia de la vida. Quiero que el programa que me dirige se difumine poco a poco, para que finalmente, sea libre.
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