Las poblaciones de salmones y truchas acusan las décadas de pesca y de contaminación de los cauces, hallándose ya en muchas de nuestras cuencas en peligro de desaparición
Lo que se pone encima la mesa no es la prohibición de la pesca deportiva en los ríos asturianos, sino la racionalización de la utilización de los recursos piscícolas con el propósito de asegurar la pervivencia de las especies más emblemáticas de nuestros ríos.
En ese sentido, hay una serie de medidas con las que sería posible aminorar el impacto que los pescadores tienen en estas especies al mismo tiempo que se mantendría la actividad de la pesca y se garantizaría la presencia de ejemplares en los ríos a largo plazo.
Las principales propuestas son potenciar pesca sin muerte, la reducción a cuatro del número de truchas por pescador y día, aumentar talla mínima de las truchas pescables a los 21 cm. para que queden más truchas reproductoras y limitar el horario de pesca a las horas de luz diurna, impidiendo la utilización de luces artificiales
Otra cuestión a tener en cuenta es el impacto de las repoblaciones, hechas sin control científico, que ponen en peligro a las especies autóctonas y a la biodiversidad de nuestros ríos. En lugar de esas repoblaciones se propone la creación de zonas vedadas completamente en los puntos de desove, para permitir repoblación natural.
Sin embargo, la normativa – ya sea la vigente o la que se propone- está aún lejos de ser estrictamente aplicada, dado los insuficientes efectivos de la guardería fluvial del “Principado” y del SEPRONA que no pueden garantizar la correcta vigilancia de los ríos.
Redaición InfoAsturies
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