Los prejubilados de la minería perderán un treinta por ciento de su ingresos al pasar a la jubilación
Las generosas prejubilaciones mineras con las que se compró el fin, en los años noventa, de la movilización social que se oponía al cierre de las minas, van llegando a su fin. En los próximos cinco años a la práctica totalidad de los prejubilados del sector se les quitará la «pre» a su paga, un extra que les valía entre siete mil y catorce mil euros anuales y que dejarán de percibir a corto plazo.
La gravedad de esta redución de percepciones estriba en el hecho de que, ante el desmantelamiento de las cuencas, en general, y en concreto del sector minero, las pagas de los antiguos trabajadores de la mina son el sustento económico principal de buena parte de la población.
Esta bajada de ingresos coincide en el tiempo con el cierre definitivo de los últimos pozos de Hunosa, un hito histórico que acaba con una forma de vida y con el que ha sido uno de los sectores económicos y sociales más pujantes del país y que sin embargo está pasando desapercibido. La suma de estos dos hechos deja abierta la duda de cuál será la salida económica para los habitantes de las cuencas en los próximos años. La hostelería y el turismo, sectores donde el nivel de precariedad laboral es impresionante y generalizado, es hasta ahora la única solución propuesta.
Por supuesto, a la gente de las cuencas asturianas siempre less quedará emigrar.
Llucía F. Marqués
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