De manera casi simultanea con el fin de la minería en Asturies, la CE decide apostar por las explotaciones mineras como medio para asegurar la autosuficiencia europea, al tiempo que se rebaje el paro juvenil
Atrás queda la política de abandonar la extracción de minerales por razones de sobrecoste y/o problemas medioambientales: la Comisión Europea se ha propuesto reabrir yacimientos olvidados y buscar otros nuevos para potenciar la reindustrialización del continente. La UE tiene un déficit de un millón de empleos técnicos cualificados que están vinculados a la minería y hay que encontrarles ocupación. Así, en términos de rentabilidad social, es como se plantea la reapertura de la minería en Europa.
Otro argumento de peso es dejar atrás la dependencia de otros países a la hora de conseguir minerales. El Plan Director de la UE para las materias primas persigue que todos los socios puedan tener un acceso seguro a las mismas, algo que la actual coyuntura, con los principales países productores controlando el mercado de productos como el cobre, el wolframio, el carbón, el uranio y otros minerales, no es garantizable en un futuro.
Para la Comisión Europea, el desarrollo económico pasa por la industria y para apostar por este sector es imprescindible producir materias primas. Por ello, dentro del programa Horizonte 2020, que dota con 80.000 millones de euros la reserva para industrialización del continente, se destinará una partida a proyectos e investigaciones ligadas a las materias primas.
El reto consiste en alcanzar un 20% de PIB industrial en dos años, de manera que las economías de los 27 sean más sólidas, creando al mismo tiempo hasta 30 millones de empleos vinculados a este sector para esa fecha.
Para ello, es la inversión en nuevas tecnologías y formación es primordial, ya que Europa ya no concibe que ningún tipo de industria sea sucia o irrespetuosa con el medio ambiente ni está dispuesta a permitir la reducción en costes basada en el empeoramiento de las condiciones laborales.
Mientras tanto, en Asturies, se destruye el tejido industrial y se cierran las minas para apostar de manera casi exclusiva por el turismo de masas, el sector económico más vulnerable y el que mayor precariedad laboral ofrece.
Llucía F. Marqués
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