La carpa asturiana sorprende al fiel público bretón con la apuesta de una nueva gestión, nuevas versiones de la gastronomía tradicional y remata con una programación cultural variada
El Celtismo es un sentimiento que estrecha lazos entre pueblos hermanos a través de unas costumbres, una cultura y una música casi común. Sin embargo, como en todas las familias, cada uno tiene algo que hace que sea más querido por una u otra cosa.
Este es el caso de Asturias en el Festival Intercéltico de An Oriant, Breizh. El año pasado, a pesar de que se contó con la presencia de la Delegación Asturiana en la capital del mundo celta, no se pudo gozar de un espacio propio entre los pabellones de la ciudad. Pero Jesús Adrián Rodríguez Álvarez recogió el testigo de la anterior gestión y concentró toda su energía en una apuesta ganadora. Volver a nuestra casa al otro lado de los Pirineos para sorprender a todos.
El lema del festival, dedicado a Cymru (Gales) decía que esta era la edición del canto de bardos y la memoria de los ancestros. Bardos como tal no se llevaron, sino lo más joven de la música asturiana, Melandru. Tampoco pudieron faltar los grupos que representaron a Asturias en el festival: la Banda Gaites Villaviciosa, la Banda Gaites El Gumial y el Grupu Baille San Félix. Y no fueron los únicos, dado que también se contó con el prodigioso folk cornuallés de MacQuarrie and Toms, notas que diferenciaron a Asturias del resto de pabellones, y que también incluyeron rockabilly acadiense y folk intimista escocés. Los problemas técnicos que se dieron puntualmente pudieron ser solucionados con rapidez gracias a Nicolás Radin, y se contó con un punto de información turística de la Consejería de Turismo de Asturias.
En otro tono cultural, las dos catas de sidras internacionales organizadas por las delegaciones de LA SIDRA y FUNDACIÓN ASTURIES XXI fueron de las actividades vespertinas más frecuentadas de los pabellones, y gozaron de muy buena aceptación. De esta forma se dio comienzo al ciclo de presentación del VIII SISGA, que tendrá lugar los próximos días 28, 29 y 30 de septiembre en Xixón. Así, todos los asistentes pudieron aprender las diferencias entre tipos de sidra y los sabores más marcados de cada uno de los 8 países representados en las catas, que se realizaron en asturiano, francés e inglés.
No obstante, no todo fueron sidras de gala. La sidra natural, emblema de nuestro pabellón, vino este año del Llagar de Contrueces. La cerveza, sin embargo, tenía el sello de SCONE, marca joven con gran calidad y oferta de productos. Los digestivos y el vino fueron de Cangas del Narcea, del Monasterio de Corias, como debería ser más a menudo en este tipo de eventos de gran importancia.
Desde aquí queremos agradecer todo el apoyo y la buena organización a Iñaki Sánchez Santianes, responsable de la Delegación Asturiana, que hizo que el festival fuese aún más acogedor.
Aymara Glez Montoto
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