Cada año comienza el curso con algún menor que no un tiene garantizado su derecho a la educación por falta de transporte. Este año ha tocado en Allande, con tres colegiales de cinco y ocho años que no un tienen como ir al colegio
El caso de estas familias no es nuevo:no hay autobús que se haga cargo de ir a recoger a los escolares. Para encima, los taxis no quieren subir a Aguanes, la localidad donde viven, por el mal estado de las carreteras después de los incendios del año pasado. A dos de ellos la familia está llevándolos en coche a diario, la tercera no tiene como bajar a la escuela: la madre está dispuesta incluso a ir andando todos los días con la niña, de 8 años, los cuatro km hasta la parada más cercana al pueblo, con todo lo que implica caminar ese trayecto todos los días al amanecer en invierno, pero ni siquiera así, la CTA les niega plaza en ese transporte. Recordemos que la escolarización en Asturies es obligatoria y las familias no tienen la opción, válida en otros países, de educar en casa.
Este es un caso de doble abandono -el de la falta transporte y el del estado calamitoso de la carretera, que ha sufrido dos desprendimientos este mismo sábado- que refleja la política oficial respecto a las zonas rurales, la de dejarlas morir despacio hasta que la población baje a las ciudades por desesperación. Quedarse a vivir en los pueblos asturianos requiere un acto de valentia casi heróica, sin servicios sanitarios, con problemas de escolarización, sin unas vias de comunicación decentes, con poquísimas oportunidades económicas y laborales… son muchas las familias que deciden abandonar una forma de vida que, por su importancia como guardianes de las raíces de Asturies y como curidadores de la naturaleza,debería estar especialmente protegida.
Nuria Prendes
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