La fauna asturiana está desprotegida ante los ataques mortales.
La reciente muerte de dos osos pardos en tan solo cuatro meses en las proximidades de Muniellos, zona en teoría especialmente protegida y vigilada, trae a primer página un problema que pone en peligro el Paraíso.
Estos osos vivían en uno de los espacios más emblemáticos del país, con el mayor grado de protección posible, Reserva Integral. De pocu les sirvió. La situación por la que atraviesa la conservación del oso pardo en Asturies, tras décadas de protección de la especie y lucha contra el furtivismo, sigue siendo preocupante más aún si continúan las campañas de odio animal que llevan tiempo persiguiendo al lobo.
Los vecinos de la zona denuncian que los osos entran en el “territorio humano”, acercándose mucho más de lo habitual a los pueblos e instalaciones ganaderas y señalan a la prohibición de dejar los animales muertos en el monte, como se hacía tradicionalmente, como uno de los principales motivos de que los grandes mamíferos acudan a las poblaciones en busca de comida. La disminución del espacio habitable para ellos y el deterioro medioambiental son también responsables de este acercamiento.
Pero no solo son los osos. Lobos decapitados o colgados como trofeo muestran un odio hacia lo nuestro que raya la psicopatía. Un total de 225 animales salvajes, entre ellos tres osos (sin contar los dos casos recientes, aún sin determinar si fueron envenenados), 38 lobos, 46 buitres leonados, 17 alimoches y varios águilas y quebrantahuesos murieron víctimas del veneno en los últimos años, la mayoría por estricnina, tóxico prohibido desde hace20 años.
Aunque se utiliza como escudo los intereses de los ganaderos, tras de esta campaña hay buen número de cazadores, ya que están aumentando los ataques de manadas de lobos (entre los que sorprende encontrar también perros asalvajados) a perros de caza, convirtiéndolos en cazadores cazados.
Los argumentos de los detractores de estos animales quedan en entredicho cuando proliferan las denuncias falsas por daños (más de vente el año pasado). Aún así, es innegable que existe un problema en el que los ganaderos y agricultores tienen mucho que decir y las administraciones publicas mucho que trabajar.
Es urgente que se protejan estas especies y que se cree un entorno de convivencia respetuosa en el que los animales asturianos y nuestras gentes puedan encontrar su lugar en seguridad.
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