La fase de alegaciones al proyecto de búsqueda de hidrocarburos en el 3,5% del territorio asturiano se cierra con la declaración a la contra de varios ayuntamientos, organizaciones ecologistas y grupos políticos.
Tras la solicitud de Hunosa -junto con la empresa Volta Energy Resources– el pasáu mes de octubre de un Permiso de Investigación de hidrocarburos, se abrió un plazo de dos meses para presentar alegaciones en contra de este proyecto. Al fin de este plazo, y tras hacerse manifiesto el rechazo de los asturianos al fracking, queda la duda de si el Principáu decidirá aprebar o non esta solicitud. Ese nun sedrá, ni de lejos, el último paso: hasta ahora todos los intentos chocaron con las barreras que impone la U.E. en materia de seguridad y limpieza antes de dar el visto bueno a una explotación de estas características.
En el caso de salir adelante la solicitud del permiso, Hunosa sería el operador del proyecto, que alcanzaría una extensión de 37.314 hectáreas, alrededor del 3,5% del territorio asturiano, afectando a los concejos de Sieru, Sariegu, Bimenes, Llaviana, Samartín del Rei Aureliu, Llangreu, Mieres, Al.ler, L.lena y Ribera de Arriba. Casi la mitad de los concejos afectados por el proyecto, bautizado como Llábana-1 ya declararon su rechazo a acoger instalaciones de fracking en su territorio, uniendo su voz a la de colectivos como la Coordinadora Ecoloxista de Asturies o la Plataforma Asturiana Anti-fracking y a partidos que, como Andecha Astur, lleva años alertando de la peligrosidad de esta forma de explotación del subsuelo.
La oposición de la sociedad asturiana a esta técnica deriva de su peligrosidad. El fracking supone asumir graves riesgos para la salud y el medio ambiente tanto en las zonas directamente afectadas como para el conjunto del país. Entre las amenazas destaca contaminación y agotamiento de los acuíferos y aguas superficiales, el crecimiento de movimientos sísmicos, contaminación de suelos y liberación de compuestos químicos cancerígenos asociados a la extracción de hidrocarburos mediante la técnica del fracking hidráulico.
Más allá del impacto ambiental es importante destacar que, si bien sus daños son permanentes, las explotaciones por este sistema se abandonan habitualmente al cabo de unos cinco años, por ser rentables nada más a corto plazo.
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