Las dos plataformas políticas en las que se divide el nacionalismo gallego celebraran sus respectivos congresos este mes de marzo
En la actualidad las diferentes corrientes y organizaciones del nacionalismo gallego están reagrupadas mayoritariamente en dos grandes frentes. Por un lado, el Bloque Nacionalista Galego, que desde 1982 impulsa el partido comunista UPG, y por otro, Anova-Irmandade Nacionalista, surgida en 2012 con el liderazgo del histórico militante socialista Xosé Manuel Beiras.
En los últimos tiempos mientras el BNG persistió en su tradicional política de alianzas de estricto carácter nacionalista, incluso con sectores de centro, Anova experimentó diferentes ensayos con partidos de la izquierda española.
En las recientes elecciones al Parlamento Gallego, celebradas el 25 de septiembre de 2016, el BNG con 119 446 votos (8,33%) obtuvo 6 escaños, perdiendo uno respecto al 2012, los peores resultados de su historia desde 1989; paralelamente En Marea, la lista que integraba tras complicadas negociaciones a Esquerda Unida, Anova y Podemos, con 273 523 votos (19,07%) lograría 14 escaños, cinco más que la coalición de Esquerda Unida y Anova en el 2012. Sin embargo la suma de ambas fuerzas políticas en términos sociales y electorales no representa mucho más que los mejores resultados del BNG en 1997, presentando a Beiras como candidato, con 395.435 votos (25,11%) y 18 escaños.
El BNG celebrara su XVI Asamblea Nacional los días 25 y 26 de marzo en A Coruña, tras un proceso previo de debate interno, que duró casi un año, en el cual se promovió especialmente la participación de la militancia de base. En la propuesta estratégica Avanza Galiza es abordada “la necesidad de incorporar la transversalidad” con el fin de “seguir siendo la casa común del nacionalismo”.
Anova desarrollará su III Asamblea Nacional el día 18 de marzo en Pontevedra. La propuesta organizativa descarta su estructuración como un partido tradicional de masas en beneficio de las candidaturas de unidad popular, que son consideradas como prioritarias. Abiertamente se plantea que En Marea no debe derivar en una simple coalición electoral de partidos clásicos, sino que se tiene que consolidar como un movimiento sociopolítico de ruptura con el régimen desde la base.
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