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Jornadas de memoria de la batalla de Somorrostro en 1874

  • 11 marzo, 2017

Diversas instituciones vascas recuerdan la batalla, en la cual participó un batallón carlista asturiano

Unas jornada divulgativas darán a conocer uno de los enfrentamientos más importantes de la III Guerra Carlista (1872-1876) en Vizcaya, la batalla de Somorrostro. El Museo Minero de Abanto, el Centro Trueba y los Ayuntamientos de Muskiz y Galdames pondrán en valor este hecho histórico con un programa de actividades que se inició ayer con una charla en las escuelas de Pobeña a cargo de Ricardo Santamaría y Javier Colina.

Los actos se retomarán el día 24 en la sala M de la casa de cultura de Muskiz (19.00 horas), a través de otra conferencia y un coloquio conducidos por Enrique Peña. Un paseo por Mantres, Murrieta y San Pedro ayudará a conocer los escenarios del conflicto el domingo 26 (10.00 horas). El jueves 30 habrá una nueva charla, esta vez en la casa de cultura de Gallarta, con Carlos Ibáñez (19.00 horas), y el 2 de abril se celebrará otro recorrido comentado por Galdames y Akendibar (10.00 horas). Entonces tendrá lugar una pequeña escenificación de la contienda por voluntarios ataviados con los uniformes de época.

 La iniciativa también incluye la colocación de nuevos códigos QR por distintas zonas de Pobeña y Galdames para escanear con el teléfono y obtener información histórica en el lugar en el que ocurrieron los hechos. El sistema ha sido elaborado por el bibliotecario Fernando  Juárez.

El batallón de voluntarios asturianos
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Entre los años 1874 y 1876 combatió en el frente vasco un batallón enviado por los guerrilleros carlistas asturianos para reforzar las fuerzas carlistas con motivo del nuevo sitio de Bilbao. Este batallón al final de la guerra no rendiría las armas ante el Ejército gubernamental, siendo de los últimos en pasar al territorio de la República Francesa por Valcarlos, en compañía del pretendiente legitimista Carlos VII de Borbón. Según contaba el oficial carlista Francisco Hernando en su obra La campaña carlista (1872 a 1876), publicada en París, en 1877:
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En medio de los combates de San Pedro Avanto nos hallábamos, cuando de la parte occidental de España llegó un refuerzo a nuestro ejército, con que no contábamos por lo alejado que estaba de nosotros. Este refuerzo, pequeño en número, pero grande en ánimos, era el batallón asturiano que en el antiguo Principado, cuna de la reconquista de España, se había levantado en armas y sostenía con gloria la bandera de la restauración.

Los hijos de Pelayo amantes también de las tradiciones y grandezas de España, abrazaron en gran número y con entusiasmo la causa de Carlos VII, y muy a raíces de la revolución empezaron a trabajar por ella. La vigilancia del gobierno liberal y multitud de circunstancias impidieron durante mucho tiempo que se hiciera en Asturias un movimiento serio, pero cuando estalló la guerra en 1872, empezaron a levantarse partidas que, gracias a la escabrosidad del terreno y al acierto de sus jefes, se fueron sosteniendo a pesar del aislamiento en que vivían. Combatidas casi desde su nacimiento, crecieron sin embargo, estas partidas; y arrancando fusiles a los enemigos o proveyéndose difícilmente de ellos, fueron armando gente y llegaron a reunir 500 hombres. Con ellos dieron algunos atrevidos golpes de mano, siendo uno de los más importantes el copo de 150 carabineros y soldados de línea, que proporcionó otros tantos Remingtons a los valerosos asturianos. Formóse entonces un batallón y diferentes partidas, y quedando éstas en el país, vino el otro hasta Somorrostro, atravesando las provincias de Asturias y Santander, completamente dominadas por el enemigo sin el menor contratiempo, y presentóse en nuestro campo después de haber pasado a corta distancia del ejército republicano.

La habilidad y la audacia de esta expedición, hecha toda a espaldas del enemigo en su propio terreno, la oportunidad con que habían llegado al combate, y el valor y excelente espíritu de que venían animados, hizo que los asturianos fueran bien recibidos por el ejército, que desde el primer día los consideró como hermanos.

Como soldados, son los asturianos sufridos, fuertes y constantes; tienen valor sereno e impetuoso, según las circunstancias exigen; de modo que poseen grandes condiciones para la guerra. Al frente de ellos, como comisario régio de la provincia, venía don Antonino Milla, y mandando las fuerzas el coronel don Ángel Rosas y otros jefes y oficiales, casi todos hijos del país o de las vecinas provincias de Castilla.

Esta obra está licenciada bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.

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