Los trabajadores que tienen entre 18 y 34 años cobran en Asturies una media del 51% menos que la generación anterior; las mujeres, alrededor del 27% menos que los varones. Ser joven en Asturies es, en el difícil caso de tener trabajo, garantía de discriminación salarial
No hace tanto que la miseria/riqueza el país podía intuirse por las cifras del paro, con la premisa más o menos cierta de que con trabajo tenía uno más o menos asegurado el vivir, sino con holgura, como mínimo con una cierta dignidad. Los contratos precarios, la inestabilidad laboral, la caida de los salarios y de las condiciones de trabajo han ido cambiando esto y ahora no es de extrañar que se mantenga uno en el límite mismo de la pobreza incluso trabajando ocho horas al dia con contrato legal.
Las generaciones recién incorporadas al mundo laboral se encuentran con que cobran menos de la mitad que sus padres: una media de 860 €, frente a los 1.685 € que alcanzan de media los trabajadores de 35 años para arriba. Si bajamos a los menores de 25, el salario empieza a ser escandalosamente ridículo: 498 €.
Esto ya sería de por si calamitoso si opináramos que la juventud debe esperar a los 35 años para contar con un salario medianamente decente, pero la evolución de las cifras dan a entender que no será así. Sencillamente, la generación que acarrea un 50% de paro y que considera mil euros un sueldo poco menos que imposible tiene pocas vistas de mejorar su situación: la franja de edad en la que se halla el salario más pobre evoluciona con ellos, alcanzando paulatinamente mayores sectores de edad.
Las mujeres y los empleados con discapacidad son los perjudicados entre los perjudicados. Las primeras pierden aproximadamente del 30% de su salario en comparación con los mismos puestos para varones, mientras que los segundos cobran de media un 17,1% menos. Una mujer menor de 35 años con alguna discapacidad lo tiene claramente complicado para llevar una vida económicamente independiente.
Delante de esta falta de perspectivas no es de extrañar mortal pérdida de juventud (cualificada y no) que padece el país, algo que Arturu Xosé Bermeyu, Secretario General de Andecha Astur, señala como genocidio indirecto “La juventud asturiana que se resiste a la emigración forzada se encuentra entre la precariedad y la miseria en los sueldos. Camino del genocidio o como queráis llamar”.
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