Un estudio de Raquel Alonso adelanta en cuatrocientos años la aparición del mito nacional
Una investigación publicada en la revista Journal of Medieval Iberian Studies por la profesora Raquel Alonso, de la Universidad de Oviedo, con el título de «El origen de las leyendas de la Cruz de los Ángeles y la Cruz de la Victoria (catedral de Oviedo): cruces gemmatæ al servicio de la propaganda episcopal», aporta nuevos datos sobre el mito fundacional de la nación asturiana como Reino cristiano.
La Cruz de la Victoria, joya conservada actualmente en la Cámara Santa, fue donada a la Catedral de Oviedo por el rey asturiano Alfonso III el Magno y su esposa Jimena, en el año 908, como objeto destinado a la liturgia. La leyenda de que Pelayo la llevaba consigo durante la batalla contra los invasores islámicos surgiría posteriormente en función de los intereses políticos de la Iglesia asturiana.
Se pensaba que esta leyenda se generalizó en el siglo XVI, pero el nuevo estudio la sitúa cuatro siglos antes con motivo de la oposición de la Iglesia asturiana, liderada por el obispo Pelayo de Oviedo (1101-1153), a integrarse dentro de la Iglesia española bajo la autoridad del antiguo arzobispado visigodo de Toledo, recientemente liberado del dominio islámico. Esta resistencia a perder su independencia original (la sede episcopal ovetense es de creación posterior a la invasión islámica) se expresaría en obras como el Liber Testamentorum Ecclesiae Ouetensis y el Corpus pelagianum.
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