El constante aumento de diagnósticos de TDAH (Trastorno por déficit de Atención e hiperactividad), no solo en Asturies –donde alrededor del 9% de la población escolar recibe este diagnóstico, lo que equivale a uno o dos alumnos por aula-, sino en la mayoría de los países donde la escolarización es generalizada, tiene muchas lecturas y plantea a los expertos y familias muchas cuestiones ¿a qué se debe este incremento? ¿cómo atender a estos niños en el rígido sistema educativo actual? Pero sobre todo ¿no se estará hiperdiagnosticando?
El hiperdiagnóstico no solo perjudica al menor víctima del error, sino al colectivo TDAH en general, ya que trivializa el verdadero problema de quienes realmente padecen esta condición.
Hay un colectivo especialmente propenso a ser erróneamente diagnosticado como TDAH, y es el de los niños superdotados o de altas capacidades. Varias familias de niños con esta peculiaridad, -que alcanza aproximadamente aún dos por ciento de la población asturiana- han denunciado este diagnóstico erróneo, que no solo les impone una etiqueta problemática sino que impide que se les reconozca su verdadera condición y por tanto que se atiendan sus verdaderas necesidades.
Las personas superdotadas son inquietas por naturaleza, sus mentes son más rápidas, se aburren fácilmente… tienen una edad mental muy superior a la de sus compañeros de clase y cuando se ven obligados a repetir tareas monótonas o que no representan para ellos ningún interés, interrumpen, molestan o se desconectan por completo.
Analizando un cuestionario típico para profesores, la mayoría de los alumnos con altas capacidades que no están recibiendo la educación que necesitan podrían ser identificados positivamente como casos de TDAH, llevándolos a iniciar un tratamiento con fuerte medicación que además presenta numerosos efectos secundarios, lo que puede derivar en problemas aún mayores.
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