Asturies pierde casi 6.500 habitantes – y queda en 1.034.449- a pesar de que, por primera vez en mucho tiempo, han emigrado menos asturianos que inmigrantes hemos recibido, dejando un saldo migratorio de 375 personas más
Este es el peor saldo poblacional en mucho tiempo y la tendencia hace prever que en los próximos quince años perderemos aún otro 11 por ciento de nuestra población. En este caso, más que la fuerte emigración que padecemos -un tercio de la juventud asturiana entre 18 y 15 años ya vive fuera de Asturies- es el decrecimiento vegetativo el que provoca los alarmantes datos: El saldo vegetativo asturiano es de menos 6.851 habitantes, es decir, cada vez nacen menos asturianos (6.347 ) en proporción a las defunciones (13.198)
No estamos hablando solo de la caída total de la población, un -0,62% el último año, el peor desde el 2.011, con una disminución de la población que roza los cuarenta mil habitantes en una década sino de la caída de la proporción de asturianos dentro de Asturies, algo que si no se sabe enfrentar correctamente derivará en un importante deterioro cultural, agravado por la centralización de la población joven en las ciudades y la pérdida de las formas tradicionales de vida en los pueblos.
Esto es una consecuencia tan evidente como previsible del envejecimiento poblacional de la última década, durante la que la emigración dejó en Asturies un saldo de poco más de 125.000 personas de entre 15 y 29 años, apenas el 12 por ciento de la población. Estas cifras implican una importante caída del porcentaje de población en edad fértil y por tanto el número de embarazos. El resultado era predecible: cada vez hay menos asturianos de nacimiento.
El panorama para los valientes que deciden quedar es desolador: una generación en la que el 95% tiene estudios secundarios en un mercado laboral que casi solo ofrece trabajos parciales, temporales y mal pagados. El 55,1% de los trabajadores menores de 30 años están sobrecualificados para el trabajo que desarrollan.
La precariedad laboral impide el acceso a la vivienda, tanto en compra como en alquiler, retrasando la edad de emancipación y por tanto limitando la creación de nuevas familias.
Ante lo que algunos ya han comenzado a llamar “genocidio”, la desprecarización general del mercado laboral junto rentabilización de la agricultura y la ganadería y la mejora de las condiciones de vida en el entorno rural son las herramientas con las que mantener a la población en Asturies y en las zonas rurales, medidas que deben ser complementarias a una correcta acogida de los inmigrantes dentro de nuestra cultura, facilitándoles el acercamiento a nuestra lengua y tradiciones.
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