La pérdida del sector agrario en Asturias implica no solo un desastre económico, sino sobre todo humano y cultural
Los últimos treinta años han sido letales para la agricultura de Asturies. Desde la entrada en la Unión Europea, en el año 86, se han perdido 26.170 puestos de trabajo en ese sector, lo que representa alrededor del 73% y la tendencia no solo no frena, sino que se acelera: de los 15.060 agricultores que quedaban en el 2.009 nada más 1.1663 continuan trabajando el campo en el 87.
El envejecimiento la población afecta muy especialmente a las zonas rurales, de dónde la juventud se vio forzada a marchar para acceder a su formación y de los que muchos no volverán ante la falta de opciones laborales. La mayoría de los trabajadores agrarios superan los 51 años, y el relevo generacional se ve difícil. La concentración de la población en las ciudades deja vacío la mayor parte del territorio astur, llevando a sus habitantes a un abandono progresivo, con pérdida de servicios e infraestructuras, en un círculo vicioso de difícil arrego.
Tanto el ejecutivo como la población asturiana parecen resignados a ver como se extingue este sector, desaprovechando una de las fuentes de riqueza más abundantes en nuestro país, sin ofrecer más solución que el reparto esporádico de apoyos puntuales ni aportar otras opciones laborales para las areas rurales, algo que cuadra perfectamente con la política de desmantelamiento del tejido económico, social y cultural asturiano.
Llucía F. Marqués
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