Mediados de octubre y Asturies arde, pero no de revolucionarios, sino de incendios. Un análisis medianamente serio de los datos hace opinar que una mezcla de desidia, codicia y falta de autoestima tienen más culpa que la falta de lluvia
Hoy no ha amanecido en la mayoría de Asturies. Una nube de ceniza cubre el país, y no es una metáfora. Son ya 38 los incendios. El “Principado” reza para que llueva y aporta una nota “tranquilizadora” para que la gente no llame más al 112 y avisa “En la medida lo posible, evite salir a la calle”… sin embargo el aviso no llega a la población, se trata más bien de lavar las manos ante posibles casos de intoxicación. No hay medios para apagar los incendios, no hay medios para evitarlos y no hay medios para perseguir a los culpables ¿o no hay ganas?. En medio de este desolador amanecer naranja, una noticia aún más aterradora. Arde Muniellos. El último Bosque virgen de Europa no cuenta con un sistema adecuado de prevención y extinción de incendios, y arde.
Ya antes de este mes, los datos referidos a los años entre el 2.000 y el 2.016 apuntaban a que algo está muy mal: Un país tan pequeño como Asturies, tiene abrasada en estos años más de la mitad de la superficie forestal que en ese tiempo ardió en Francia, el país más extenso y boscoso de la Europa occidental. Con el de este año es probable que se igualen cifras.
Echemos una ojeada a la superficie media afectada por incendios forestales en este periodo, en términos de porcentaje respecto a la superficie forestal y comparada con otros países: Francia, 0,07%, España: 0,61%, Galicia: 1,77% y Asturies el 2,06%, superada nada más por Portugal, con un aún más intimidatorio 4,09%.
Y no, no es el clima, no olvidemos que la mayor parte de Francia tiene unas condiciones climáticas más propicias para los incendios forestales que las que tenemos en Asturies. En cambio, no arde. Porque las “pertinaces sequías” no prenden fuegos, nada más facilitan que se extiendan. Aun no se conoce ningún tipo de árbol que prenda por combustión espontánea.
Decía al inicio el artículo que una mezcla de desidia, codicia y falta de autoestima tienen más culpa que la falta lluvia.
Desidia porque no es de creer que a estas alturas no tengamos un cuerpo de bomberos con los medios suficientes para apagar con rapidez y eficacia cualquier incendio en un tiempo razonable y porque, sabiendo que la gran mayoría de los incendios forestales en Asturies son provocados, no se hace nada por buscar seriamente a los culpables, lo que nos lleva a la segunda causa:
Codicia, porque los incendios –salvo excepciones- no se provocan por accidente ni por pirómanos a la usanza ni por diversión, sino por gente que ve oportunidades de negocio en todas partes: venta de madera quemado, urbanizabilidad de los terrenos, utilización ganadera, monocultivo de eucaliptos…
Falta de autoestima, porque nada más a alguien que no ame su país sería capaz de abrasarlo y para querer al país hay que quererse a uno mismo, a las propias raíces de las que el bosque, que hoy arde, forma parte.
Llucía F. Marqués
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