Los últimos datos indican que El 44% del territorio presenta riesgo «alto o muy alto» de padecer nuevos incendios
La información contenida en el nuevo plan de incendios tras analizar los datos de los 24.000 fuegos registrados en Asturies entre los años 2000 y 2013 es alarmante, pero también permite extraer patrones para anticiparse a los incendios, marcando claramente las zonas más vulnerables e incluso los horarios y días de mayor peligro.
En concreto, catorce concejos presentan un riesgo «muy alto» de sufrir nuevos fuegos y otros doce se encuentran en situación de riesgo “alto”. En el occidente preocupa especialmente Cangas del Narcea, Allande, Tineu, Belmonte de Miranda y Gráu. En la cuenca, La Pola L.lena, Mieres y Ayer. Al oriente Cabrales, Llanes, Onís, Cangues d’Onís, Parres y Piloña.
Temporalmente, los meses de febrero y marzo son los más peligrosos, casi la mitad de los incendios se producen en estos dos meses. Además, el 42% de ellos se inician después de las seis de la tarde, lo que complica la actuación de los helicópteros y la llegada de los bomberos. Un tercio de los incendios tienen lugar en fin de semana, precisamente los días en los que, aún ahora, los efectivos –ya de por si insuficientes- disminuyen.
El informe destaca también la alta vulnerabilidad económica del territorio asturiano ante el fuego, debido a la distribución de la población, los elevados valores productivos de parte del territorio y el alto riesgo de erosión.
Con estos datos en la mano, Andecha Astur reclama la inmediata mejora y adecuación –en medios, personal y horarios- de los dispositivos de emergencia. Además afirman que el control debe multiplicarse, ya que la mano del hombre es evidente en la oleada de incendios, aunque hasta el momento no se haya probado más que en el 37% de los casos, mientras que en el resto “se suponen”. El actual plan contempla únicamente implicar a los guardias rurales en la “vigilancia disuasoria y la destinada a identificar a las personas que provocan los incendios”, labor que teóricamente ya se encontraba dentro de sus obligaciones, pero que al parecer no se estaba realizando correctamente.
Los 1.730 incendios sufridos el año pasado calcinaron 27.799 hectáreas, afectando a todo tipo de bosques y dañando zonas especialmente protegidas.
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