Los represores en Asturies durante el franquismo no solo no fueron depurados, sino que muchos de ellos fueron premiados con ascensos o cargos de responsabilidad, especialmente durante el mandato del PSOE

Cuando la conmoción por los privilegios de “Billy el Niño” aparece en todos los medios no podemos olvidar todos los represores que durante la dictadura española ejercieron en Asturies y hoy siguen su vida con absoluta impunidad.

Dos de ellos se encuentran entre los investigados por la jueza argentina María Servini: el policía Pascual Honrado y el guardia civil Fernando Caro. Son los únicos denunciados, pero hay muchos otros que no solo no fueron castigados, sino que disfrutaron de prebendas y promociones profesionales. Incluso el líder sindical minero del SOMA-UGT y hombre fuerte del PSOE en Asturies durante la Transición, José Ángel Fernández Villa Pascual es mencionado en el libro Clandestinos – del historiador José Ramón Gómez Fouz- como chivato y delator ante el jefe de la Brigada Politico-Social de Asturies, Claudio Ramos.

La querella en Argentina contra Pascual Honrado de la Fuente es simultánea a la recién interpuesta por el colectivo de víctimas del franquismo Comuna de Asturies, las mismas que ya presentaron una denuncia en el año 2014 y que en el 2015 reclamaron la extradición de los torturadores. Pascual Honrado, mano derecha en la Brigada Político-Social de la dictadura en Asturies, también tiene su medalla, la cruz al mérito policial con distintivo rojo. En plena “democracia” es ascendido, a pesar de las múltiples acusaciones y denuncias de tortura en Asturies.

El Teniente coronel de la Guardia Civil Fernando Caro Lería, el “Capitán Caro”, es otro de los nombres que se encuentran en la querella argentina. En la democracia mantiene su puesto e incluso obtiene ascensos. En 1981 es comandante de la Guardia Civil de su ciudad, Málaga, y apoya sin ambages el intento de golpe de Estado de Tejero. Pasó a la reserva el 17 de diciembre de 1992, con 58 año. Hoy vive en el centro de Málaga.

Antonio Garrido Fernández, policía de la Político-social y infiltrado en la UGT, llegó a Uviéu a mediados de los años sesenta. Fue él quien dirigió la operación que concluyó en 1973 con la detención y encarcelamiento de Santiago Ibáñez y Carmen Masip Hidalgo, quienes relatan los maltratos sufridos durante su detención. Cuando el PSOE ganó las elecciones de 1982, Garrido fue nombrado jefe superior de Policía de Madrid, cumpliendo la profecía que él mismo hiciera “El día que ganen los rojos yo seguiré de policía”. Ahora vive entre Madrid y Uviéu

Julio Bregón, de la Brigada Político-Social, llegó a ser nombrado director general de Interior por Vicente Álvarez Areces en el año 2002, aunque la indignación de sus muchas víctimas lo obligó a abandonar el cargo en menos de un mes.

A Palacios, también policía de la Brigada Político social, directamente se le llegó a ascender a jefe de la Policía en Mieres, la misma zona en la que ejerció su brutalidad.

La lista podría continuar, pero el resumen seguiría siendo el mismo. Los asturianos nunca han visto ni siquiera reconocidos los crímenes que contra ellos se cometieron. Cuarenta y tres años después, la dictadura española está vigente y sus leales mantienen la impunidad ante cualquier tipo de crimen. Los fieles y sus sucesores son incluso parte importante de los pilares sobre los que se sustenta la “democracia” española y los encontramos en todos los ámbitos de poder. Franco, como bien dijo, lo dejó todo atado y bien atado.

Llucía F. Marqués

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