Una cuarta parte de los concejos con mayor índice de suicidios del estado son asturianos
El año pasado 160 personas se han quitado la vida en Asturies, una cifra altísima para una población de un millón. Ello da una tasa de 13 por cada 100.000 habitantes, con concejos en los que se sube hasta el 20, muy por encima de los 8,7 del estado español y nada más por detrás de Lituania y Eslovenia a nivel europeo. Se cree que otros muchos suicidios no se contabilizan, camuflados de accidentes.
Estas muertes no se reparten por igual por toda la geografía, sino que dibujan un mapa bastante revelador: en cabeza va la zona rural, seguida por las cuencas y finalizando por la costa, esquivando las tres grandes ciudades (Xixón, Uviéu y Avilés) que a pesar de concentrar más del 60% de la población presentan cifras menos alarmantes. Los concejos con un mayor número de suicidios son, por este orden: Cangas del Narcea , Gráu, Gozón, Tinéu, Llaviana, Mieres y Llangréu.
Los datos reflejan que, mientras que la media española seencuentra en 8,7 por cada 100.000 habitantes, en Asturies se supera el 13, con zonas que repuntan a más del 20, a un nivel similar al de los países escandinavos. Dentro de los 40 concejos con más muertas por esta causa, 9 son asturianos.
¿Que empuja a los asturianos a matarse?
El popular argumento de que es el clima queda desmentido por las cifras: la vecina Cantabria, con el mismo clima, tiene la menor tasa de suicidio y Andalucía, con todo el sol, sigue a Asturies en el macabro recuento.
Las razones se ven facilmente analizando los perfiles.
Comenzamos por la cuenca minera, donde la crisis y la desaparición de la minería extingue las esperanzas y expectativas de futuro; no es una cuestión meramente económica: es el fin de la mina, de una forma de vida y de lucha muy arraigada.
Las prejubilaciones han dejado a miles de hombres que, después de llevar trabajando desde muy jóvenes, se han visto condenados a la inactividad, con el bar como principal opción y generaciones enteras de hijos y nietos dependiendo de ellos para vivir, sin posibilidades laborales. El fin de las prejubilaciones agrava el problema en los últimos años: barriadas enteras abandonadas, cierres masivos de negocios. Llangréu, Mieres y Llaviana son las tres zonas con más suicidios del estado.
Seguimos por el Sudoeste de Asturies, la zona rural, la más bella, sin duda, pero sin medios, sin posibilidades laborales, descuidada… el abandono de los pueblos condena a la soledad a los últimos habitantes, generalmente muy mayores, sin comercios, sin servicios, sin vecinos… El perfil predominante es el varón de más de sesenta años, por ahorcamiento. Las perspectivas, dicen con macabro humor quienes quedan, son buenísimas, «en unos años no se suicidará nadie… no quedará nadie aquí»
Gozón (17,4) y Valdés (16,4) son los concejos con mayores tasas de suicidios junto al mar. Si en el interior la costumbre es el ahorcamiento, aquí es la caída libre, desde un acantilado, un puente o un viaducto, ostentando el dudoso honor de contar con el viaducto en el que más suicidios se registran en toda la Península Ibérica, el de la Concha d’Artéu. Este es un perfil algo diferente de los anteriores, más joven; muchos de quienes deciden morir aquí provienen de otras ciudades, como Xixón o Avilés
Los profesionales locales de la salud resumen en cuatro los factores que empujen a los asturianos a morir: el envieyecimientu de la población, la soledad, el desempleo y la falta de exepectativas.
El primer protocolo de prevención de suicidios, puesto en marcha hace medio año, aún no está dando los resultados esperados. No se basa en cambiar las circustancias que lleven a las personas a tomar esta decisión, sino que se enfoca desde el punto de vista de la salud mental, detectando situaciones de riesgo y acortando los plazos de intervención. El SESPA reclama más recursos, tanto humanos como económicos.
Llucía F. Marqués
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