El estudio «La juventud y la lengua asturiana» aporta datos esperanzaores, con un apoyo casi absoluto a la lengua por parte de la juventud que vive en Asturies, pero también deja entrever la falta de comprensión de términos como «oficialidad» y los efectos de la represión lingüística en las nuevas generaciones
El asturiano es, sin duda, una lengua al nivel del catalán, gallego o vasco, por lo que tiene que recibir el mismo trato, ya que lo contrario es negar a los asturianos su drecho. Esas lenguas son oficiales, ergo «el mismo trato» implica oficialidad. Sin embargo, según el estudio desarrollado por la Academia la Llingua Asturiana y el Conseyu de la Mocedá, el 93% está de acuerdo con la primera parte de la afirmación (es una lengua) , el 94’2 con la segunda mitad (tiene los mismos derechos) y el porcentaje baja incomprensiblemente al 86’1% en la tercera (oficialidad)
Sin dejar de ser un dato muy positivo, ese 86% refleja que por el menos el 8% de les encuestados desconoce el significado y las implicaciones del término «oficialidad», ya que es contradictorio defender igualdad de trato con las lenguas oficiales sin pedirla, pero este es un término que los medios de comunicación más españolistas tratan de demonizar con todo tipo de amenazas y vaticinios, a cual más surrealista.
El estudio, hecho con una muestra que abarca la juventud que vive en Asturies (incluyendo aquellos que no tienen origen asturiano, con lo que podemos ver el alto grado de inclusión lingüística de los recién llegados) de ente 16 y 29 años, ofrece más datos interesantes: un 85’1 % de entre ellos considera el asturiano la lengua de Asturies, con un alto 22’1% que considera que el español no lo es, es decir, que nada más el asturiano es lengua de Asturies.
A pesar de que casi la totalidad de los encuestados entienden asturiano (menos del 50% ha asistido a clases de lengua) y que la mayoría lo usa en contextos privados, a la hora de hablar en público o en relaciones más oficiales (profesorado, medicos, administración) la tendencia es usar el español, aunque un importante 26’2% afirma usar el asturiano también en estos ámbitos.
Esta diferenciación entre el ámbito público y el privado muestra que nuestra juventud sigue padeciendo un problema de autoestima lingüística derivado de décadas de represión, en las que los español hablantes no dudan en corregir al astur-hablante, fingiendo incomprensión, riñéndolo e incluso ridiculizándolo: es necesario tener una conciencia clarísima de los propios derechos y de la importancia de usar el propio idioma para sobrepasar esa presión, yendo por delante con el asturiano, y más del 26% de la mocedad asturiana lo hace.
En lo que toca al sistema educativo, un importante 77’2% de la juventud considera que el asturiano debe ser vehicular en las escuelas, porcentaje que sube al 80% cuando se pregunta por la presencia del asturiano en educación.
Todo ello dibuja un ilusionante escenario, que muestra que las nuevas generaciones tienen bien claro cuales son sus derechos y que el único obstáculo para una oficialidad inmediata, aplicada con todas sus consecuencias, son los intereses políticos y el ansia de represión de unos políticos «asturianos» que responden primero ante Madrid que ante el Pueblo Asturiano.
Llucía F. Marqués
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