Jamás habían nacido tan pocos asturianos como en los primeros nueve meses de este año. Las peores previsiones quedan cortas y por cuarto año consecutivo las muertes duplican ampliamente a los nacimientos. En lo que va de año el decrecimiento vegetativo es el más alto desde que existe constancia estadística, es decir, en los últimos 28 años
Los últimos datos recogidos por el SADEI (Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales) reflejan la pérdida de 5.714 asturianos por motivos vegetativos, con 4.364 nacimientos registrados y 10.078 defunciones. Si se hace el recuento anualmente, la diferencia entre muertos y nacidos supera ya los 7.000 habitantes, haciendo intuir que, si no se revierte la tendencia -algo poco probable- tendremos también un record a este nivel.
La reducción de las mujeres en edad fértil en Asturies (también el número más bajo desde que se guardan datos), el retraso a más de los treinta años de la edad de nacimiento del primer hijo, la emigración de la juventud y la ausencia de unas condiciones de vida minimamente dignas que permitan plantear la formación de una familia en Asturies, unido a la emigración forzada (que suma en el último año cerca las 30.000 personas, entre quienes se van a España y quienes buscan empleo en otros países) están en la base de lo que desde muchos sectores empieza a considerarse un tipo de «genocidio anunciado» del Pueblo Asturiano, cuyas consecuencias trascienden lo económico para adentrase en la pérdida de trasmisión cultural y el riesgo de desaparición de todo lo que nos define como pueblo.
Nuria Prendes
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