Ángeles Flórez Peón, Maricuela, cumple cien años con la lucidez que falta a muchos “Estamos como en el 34, con obreros que están trabajando por 400 euros al mes. La democracia es cuando un pueblo es libre y pueden comer los obreros”
Miliciana durante la guerra civil, militante socialista, perdió su juventud en la cárcel, vivió 56 años de su vida en el exilio, y mantiene su activismo político para seguir luchando por las mismas causas que en su juventud.
En 1934 descubrieron cerca de Carbayín, una fosa con 15 cadáveres entre los que se encontraba su hermano Antonio, minero del Pozo Sotón.
Y todos los años últimos Ángeles acompaña los actos de Memoria en su honor en la fosa del cementerio de Carbayín.
Un hecho que en este cumpleaños 100 no ha podido olvidar.
«Fue muy duro para mí, tenía 15 años cuando pasó y además, después de aquello mi madre se empeñó en sacarnos de Sotondrio donde vivíamos y llevarnos a un monte a vivir, cerca de la fosa donde se encontró a mi hermano».
Recoge la historia aquella sublevación revolucionaria del `Uníos, Hermanos, Proletarios´ UHP, que habían convocado socialistas, anarquistas y comunistas, en contra del gobierno de coalición de derechas que paralizó todas las medidas adoptadas por el anterior Gobierno Republicano.
«Se vivía en la miseria. No teníamos nada que perder, éramos muy pobres; los obreros eran analfabetos y los hijos más todavía. Cuando llegó la República la gente estaba muy contenta, lo primero que hizo fue construir una escuela en todos los pueblos de España, y los niños iban a la escuela a aprender, por eso luchábamos».
`Maricuela´ fue el sobrenombre que recibió del personaje que interpretara en una de las obras del teatro del pueblo.
«A mí me detienen por ser miliciana, por traidora, por pertenecer a las Juventudes Socialistas. Aún así tuve muchísima suerte, fui una privilegiada y me salve de la pena de muerte».
Se le humedecen los ojos al pensar en aquello, y le brillan aún más cuando recuerda entre la pena y la indignación `los paseos´ de los que fue testigo en la cárcel, donde llegó cuando apenas tenía 18 años. «Fue muy duro para mí, yo las veía salir a todas. La primera vez condenaron a pena de muerte a una madre, a una hija y a sus dos hijos, al marido no. Las que estaban allí que pasaron presas toda la Guerra Civil, decían que a las mujeres no las mataban, así que cuando esa mujer y su hija salieron por la noche, pregunté por la mañana que para que las habrían llamado. Para fusilarlas me dijeron. Al otro día nos enteramos que también habían fusilado a sus dos hijos. La que es madre y sabe lo que se quiere a los hijos, entenderá el dolor de esa mujer, ¡no solamente la iban a matar a ella sino también a sus hijos! ¡Eso es horrible! Eso fue algo que marcó mi vida. Así que no me quejo de nada, cuando tengo algo, pienso en aquello y se me olvida».
La entrada de las tropas fascistas en Xixón en octubre de 1937 marcó el fin de la Guerra Civil en Asturies, y numerosos jóvenes, milicianos como Ángeles o huyeron a Francia o se escaparon al monte. Ella acabó presa junto a una de sus hermanas en la cárcel de Uviéu.
Salió de la cárcel en 1941 con 22 años y hasta 1952 no obtuvo el certificado de liberación definitiva.
En agosto de ese 1947 su marido Chano condenado a 15 años de cárcel por rebelión militar, huyó a Francia, casi un año después, el 25 de marzo de 1948, Ángeles llegó a San Juan de Luz con su hija escondida en una barca.
«La gente salía a miles y mucha murió en la frontera. La derecha francesa que estaba en el Gobierno atacaba a `los rojos´ y decía que éramos unos criminales, que los hombres eran unos violadores, y la gente tenía miedo, y no querían abrir las fronteras. Después dejaron pasar a los ancianos y a los niños, pero cuando abrieron la frontera pasaron todos, y les llevaron a una playa, allí en campos de concentración hasta tres años, algunos matrimonios ni se encontraron. Eso fue una injusticia que más tarde reconocerían los propios franceses».
«Cuando volví después del exilio, que no pude venir ni al entierro de mi madre, y ver que la gente sigue votando para poner a los mismos, ¡porque son los mismos! disfrazados de derechas, pero son los mismos de extrema derecha, me puse hasta enferma del disgusto»´.
«Estamos como en el 34, con obreros que están trabajando por 400 euros al mes. La democracia es cuando un pueblo es libre y pueden comer los obreros».
Para Ángeles el país sigue dividido: «nos obligan a dividirnos porque no podemos consentir que nos quiten todos los derechos, todo nuestro bienestar, es normal que nos defendamos, no queremos quitar las riquezas a nadie. Queremos trabajar y vivir y que podamos comer. Queremos una España en la que no haya tanto ladrón ¿con todos los millones que nos robaron cuantos obreros tendrían trabajo?».
Ángeles cree que «merece la pena si se lucha y lo que no se recupera un día hay que insistir y luchar. Yo no veo otra cosa».
Alberto Vázquez
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