A pesar de que los suicidios son ya un problema endémico en Asturies, hasta el año 2.010 la tasa de suicidio juvenil en el país era de las más bajas de Europa. Han Bastado ocho años para ponernos en cabeza en el ranking estatal, superándo la media europea y cuadriplicando la española
De acuerdo al Índice Sintético de Desarrollo Juvenil Comparado (2009-2017), hecho por ProyectoScopio, 8’23 de cada 10.000 jóvenes asturianos de entre 15 y 29 años, se quitan voluntariamente la vida. El dato es más preocupantes si valoramos que hace 8 años el indice era de 2’3, uno de los más bajos de Europa. A estos hay que sumar los que se esconden en otras muertes violentas, como accidentes, y la muerte autoinfligida a largo plazo que es el alto consumo de drogas entre la juventud.
Los motivos no hay que ir a buscarlos lejos. La ausencia de perspectivas de futuro, el desplome del nivel de vida, las escasas espectativas, un sistema educativo y sanitario de nula eficiencia que no es capaz a detectar y atajar situaciones de riesgo y el alejamiento de las propias raíces crean un caldo de cultivo inmejorable para el desastre.
Como detalle en el que pensar: estudios sociológicos muestran que el riesgo de suicidio y de consumo de drogas es mayor entre personas desplazadas, debido a la dificultad de encajar en una sociedad que no es la suya y la imposibilidad de aplicar valores aprendidos en su niñez y en su ámbito familiar a un entornu que resulta hostil. La pérdida de raíces implica una vulnerabilidad peligrosa. En cambio, comu dato curioso, en Asturies la prevalencia, tanto de suicidios comu de drogadicciones, es de jovenes de origen asturiano, muchachos que se sienten forasteros y desconcertados en su propio hogar y que crecen sabiendo que deberán abandonar todo lo que son.
Llucía F Marqués
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