Los expertos alertan de una nueva «contracción socioeconómica» de Asturies. Como sigamos contrayéndonos quedaremos en nada… y a muchos les alegrará
Como una hidra policéfala a la que que vayan matando a trozos, han sido recortándonos sin piedad los pilares del país. Agricultura, pesca, ganadería, naval, industria… la minería, tras mucho bregar y dar bocados al aire, es la última cabeza que se nos ha caído, dió guerra, pero cayó. La lengua se mantiene dando boqueadas, defendiéndose con todos los diente, pero ya no es que pocos asturianos lo hablen, es que hay pocos asturianos.
Algunos ya habían avisado hace tiempo, #tanfundiendoAsturies, pero quiso mirarse para otro lado, es la crisis, es mundial, es pasajero… ahora, cuando otros están en plena recuperación, Asturies sigue en caída libre (igual lo más libre que nos queda) y los «expertos» empiezan a alarmarse, a hablar de «sangria poblacional» «apocalipsis» y «contracción socioeconómica». Lo que decíamos, están hundiendo Asturies; porque no un es un país pobre que surgiera de la nada, sin recursos ni tejido económico y cultural, hablamos de Asturies, una tierra rica, con la población bien formada y una cultura fuerte y enraizada.
No es un declive casual, ni confluencia de mala suerte reiterada, sino más bien una conjunción de extinción estratégica de los pilares económicos con abandono de las infraestructuras, ruptura de las comunicaciones y una persistente labor de derribo de la autoestima asturiana, en la que se ridiculizó o criminalizó toda seña de identidad.
«Las cifras han entrado en barrena» dicen, y con ello quieren vendernos que no puede parase, que no hay vuelta atrás. Y para que el golpe sea más suave, dicen, la única opción es un area metropolitana, es decir, abandonar a su suerte más de la mitad de Asturies y convertir un país en una única macrociudad, contaminada, pero eso si, llena de bares y hoteles.
Es cierto, 73.546 personas están en paro, un 35% más que en el año 2000 y si no se toman medidas de inmediato, marcharán del país, empeorando la situación de despoblación; hemos perdido cerca de 50.000 habitantes en ocho años, de acuerdo, pero no han desaparecido, buena parte de ellos están en el extranjero, anhelando volver a una Asturies fuerte que yles ofrezca empleo y calidad de vida. Es verdad, cerraron las minas, pero el carbón no está agotado y la ruina ha venido de la mano de ladronzuelos y timadores, no de la falta de rentabilidad. La mar, la montaña, el campo, el ganado, siguen ahí, esperando que se se les trabaje para dar su fruto. Es tiempo de frenar el discurso pesimista y caminar a contracorriente, a la búsqueda de soluciones.
Llucía F. Marqués
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