Cada año son más las voces que se alzan contra el aberrante espectáculo de autobombo militarista con el que todos los veranos el ejército español hace gala de su potencia bélica en el cielo de Xixón
El Festival Aéreo Internacional traerá otra vez a Xixón decenas de máquinas de guerra con las que tratarán de mostrar cara «amable» de unos artefactos diseñados para matar eficientemente, guiados por personas que dedican su vida precisamente a eso.
Para hacer aún más macabro el acto y más palpable la amenaza, este acto se celebra siempre en el aniversario del inicio del bombardeo a Xixón -y otras ciudades asturianas- por parte de los ejércitos español y alemán, en el año 1937, cuando 15 meses de bombardeos por mar y aire dejaron miles de muertos civiles.
Sin duda, miles de espectadores mirarán al cielo sin plantearse la corrección moral o la lectura política que tiene emocionarse con aparatos de matar, pero cada año son más los gijoneses que se percatan del contenido belicista y españolista, del gasto injustificado y de la contaminación -acústica y atmosférica- que conlleva esta demostración de fuerza, y paulatinamente más colectivos van sumándose a la demanda de otro tipo de ocio que no encuentre divertida la muerte.
Como plan alternativo, se celebrará en el Museu del Pueblu d’Asturies la «Fiesta pola Paz», en la que entre talleres, conciertos, sidra y juegos se reclamará la asignación de los gastos militares a fines sociales y el fin de esta esibición militar, contaminante, tremendamente costosa y que deja en el aire cierto sabor a amenaza.
Llucía F. Marqués
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