Si lo llamaran «maniobras militares del ejército invasor sobre zona urbana» sonaría muy feo y estaría prohibido. Habría manifestaciones y la población civil, entre cabreada y acojonada, se encerraría en casa con las persianas bajadas. Como lo llaman «Festival Aéreo», la misma población se amontona en la playa a ver pasar aviones
Mi hijo despierta hoy y me pregunta si podemos marchar de Xixón: no quiere oir los aviones. Mi vecina, Amila, cerrará las persianas y se meterá en casa con la familia: huyen de otros bombarderos y escuchar estos -llevamos tres días padeciéndolos- despierta imágenes de destrucción y muerte que quieren olvidar. Los supervivientes del bombardeo a Xixón en el 1937 apretan los puños con asco e incredulidad repetida: sí, son los mismos aviones, el mismo ejército, la misma bandera que los quiso matar.
82 años exactos desde el primer vuelo militar del ejercito español por encima de Xixón y siguen sobrevolando la playa. No faltan ningún año a celebrar el aniversario de su glorioso bombardeo a la ciudad, recordando orgullosos como nos mataron.
Y aplauden, miles de asturianos miran al ejército que atacó a civiles como ellos en ese mismo lugar, y aplauden. ¿Ignorancia? ¿falta de sentido? ¿falta de autoestima? ¿falta de ética? de todo un poco, pero más que nada, la capacidad de la oveja media para dejarse llevar por lo que dicen que «mola» sin pararse a opinar que quizás sea una aberración.
Porque si, no lo olvidemos, hoy hace justo 82 años los gijoneses miraban al cielo y veían, también, aviones. El ataque del 22 de julio dejó cuatro muertos, heridos y cuantiosos destrozos materiales; los de los días venideros muchos más.
15 meses de bombardeos por mar y aire dirigidos por el ejército español, 500 días cayendo bombas encima la ciudad, disparadas por los predecesores de los aviones que -cualquier cosa menos inocentes- hoy ensucian nuestro cielo, máquinas de matar pilotadas por personas entrenadas para saber matar, que cobran por saber matar.
Esos mismos aviones, bajo la misma bandera, tripulados por el mismo ejército, gestando en su vientre las mismas bombas, manejados por el mismo ideario, atacaron Asturies no hace tanto tiempo-arrasaron Tarna, de Cangues decían «no ha quedado piedra sobre piedra»- y atacan hoy poblaciones civiles como la nuestra, generando nuevas tragedias.
Nos venden como ocio las maniobras militares por encima de nuestra ciudad: esto solo es posible gracias a una ignorancia bien planificada: los niños de Asturies no han estudiado en los libros de texto la historia que nos ha hecho víctimas; olvidarlo nos hace candidatos de volver a serlo.
Llucía F. Marqués
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