El desplome de una panera del siglo XVIII en La Bustariega (Somiéu) reabre el debate del abandono del patrimonio etnográfico asturiano
Casos como la talla repintada de Rañadoiro, el desplome del antiquísimo hórreo de Buyeres (Nava) hace dos años, el borrado de las tallas del hórreo de Condado o esta nueva calamidad, en la Bustariega, saltan de vez en cuando a la prensa como alarmantes y excepcionales, pero la extinción y abandono al que está sometido el patrimonio cultural asturiano va mucho más allá y se hace evidente a poco que se callejee por Asturies, entre hórreos cayendo, monasterios y castillos testigos de nuestra monarquía, desplomados y castros extinguidos. Prevenir la extinción de los bienes culturales de Asturies requiere de la urgente participación de expertos en la materia que puedan frenar esta decadencia, prevocada por siglos de despreocupación, y arreglar en la medida de lo posible los daños.
Por contra, ahora mismo no hay ningún restaurador en la plantilla de la administración asturiana, ni soñar con un equipo de expertos en restauración piedra y maera, dedicados al estudio, prevención de calamidades y restauración de hórreos y paneras. Por otro lado, los propietarios de hórreos no solo no perciben los apoyos necesarios para mantenerlos en buenas condiciones -las subvenciones para la restauración de este importantísimo elemento de la etnografía asturiana han alcanzado, en su última convocatoria, a un solo hórreo- sino que recientemente en algunos concejos suponen un gasto extra, a través del pago del IBI. Quienes quieran restaurar por su cuenta deberán hacer frente a importantes gastos y exigencias legales que traban su cuidado, además del coste de la reparación propiamente dicha, padeciendo además restricciones de utilización, lo que da lugar al preocupante abandono en que se ven muchos, que si bien no son derribados, son descuidados hasta su extinción.
Este nuevo caso, denunciado por la Asociación de Amantes del Hórru, acaba con una panera datada en el siglo XVIII, ello es, una de las que teóricamente gozaban de especial protección. Su deterioro ya había sido informado por esta misma asociación en agosto del 2016, cuando aún estaba en pie, pero no se tomaron las medidas convenientes para evitar su derrumbe.
Llucía F. M.
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