Adrián Barbón, con su política de gestos y apropiación de símbolos, está ocupándose de blanquear su propia figura, haciendo inútilmente por distanciarla del pasado corrupto antiasturiano que ha representado (y representa) el PSOE
Es un intento vano de parecer un gobernante “nueu”, con supuesta “responsabilidad cero” en los tiempos en que el PSOE acabó con la Asturies productiva y mantuvo una fuerte represión identitaria y lingüística. Y, en este intento, Barbón quiere mostrarse capaz de llegar más allá que nadie del PSOE.
Por tanto, seguramente que muchos pesos pesados de la FSA-PSOE se removieron en la silla al ver página de Facebook de Barbón, con los retratos donde firma los primeros decretos en el despacho de Belarmino Tomás, el presidente del Conseyu Soberanu d’Asturies y Lleón.
Un mobiliario que si ahora tiene la condición de bien histórico, está restaurado y recogido dignamente es porque Andecha Astur denunció hace años que desde 1937 este despacho permanecía secuestrado, comu botín de guerra, en las istalaciones del antiguo Gobierno Militar español en Uviéu (en la plaza España).
Mientras décadas al PSOE no le dio más que ese despacho fuera botín de guerra del ejército español. Sólo cuandu se vió públicamente retratado, se sintió forzado a solicitar su devolución, lográndola.
Andecha Astur había pedido al gobierno asturiano en 2001, 2002 y 2003 que exigiera el retorno del despacho a los militares españoles y que fuera declarado Bien de Interés Cultural. Sólo a través de un periódico se pudo saber, en 2007 que el gobierno de Tini Areces había recuperado el despacho; pero aquel PSOE de Areces llevó todo el trámite en secreto, avergonzado de tener que hacer algo en memoria de Belarmino Tomás. En esos años Barbón nunca dijo nada defendiendo ese despacho como patrimonio asturiano; ha obedecido bien las indicaciones del PSOE de Tini y Villa.
Los hechos demuestran que a la FSA-PSOE nunca le ha importado ni torta ese despacho, y que le ha interesado mucho menos la figura del propio presidente Belarmino Tomás.
El SOMA y el PSOE llevan décadas suficientes haciendo un homenaje anual a Manuel Llaneza, en el cementerio civil de Mieres. Nunca han tenido reparos morales para rendir tributo a este colaboracionista de la patronal y de la dictadura de Primo de Rivera. Pero jamás quisieron saber nada de reconocer públicamente al último presidente legítimo de Asturies y primer presidente de una Asturies socialista y soberana. El SOMA y el PSOE (y todos los demás partidos españoles) siempre han olvidado o boicotearon las iniciativas que ha habido (muchas de la familia, muchas otras de Andecha Astur) para homenajear a Belarmino Tomás en su sepultura en el cementerio Pando (Llangréu), para dar su nombre a calles o edificios públicos, para rememorar oficialmente fechas importantes de su biografía, para conservar adecuadamente su casa en La Gargantá (Llangréu), para hacer una gran exposición en su memoria, etc. Y Barbón tampoco abrió la boca en esta cuestión.
El PSOE ha estado más de 80 años silenciando la figura de Belarmino Tomás y poniéndose a larga distancia de su obra y memoria. El PSOE ha estado más de 80 años trabajando para que el Pueblo Asturiano olvidara a Belarmino Tomás y su declaración del Conseyu Soberanu d’Asturies y León, en 1937. El PSOE ha llevado al BOPA incluso unos currículos educativos en los que se olvida adrede este personaj y la Asturies soberana de aquella era.
Y ahora… viene Barbón y “okupa” la silla del presidente Belarmino Tomás.
Evidentemente, a Barbón no le ha dado de repente un ademán que lo convierta en soberanista asturiano. No, sigue siendo el cabecilla de un partido español, que para algo ha jurado el cargo presidente con la mano encima de una de las primeras ediciones de la constitución borbónica de 1978. Si por algo quiso retratarse en la silla el presidente Belarmino Tomás ha sido por apropiase y utilizar el valor simbólico que para Asturies tiene ese despacho. Barbón se cree ahora sagradamente ungido del respeto histórico que a los asturianos nos merece Belarmino Tomás.
Pero, claro está, Barbón se equivoca. Cuando los guerreros tribales comen a su enemigo, no consiguen apoderarse de las fuerzas de su espíritu ni de su méritos, sólo muestran el más despiadado canibalismo (político, en este caso).
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