Lo ocurrido en Asturies y en el mundo durante esta pandemia, con una proporción impresionante de muertos en residencias de personas mayores, evidencia la vulnerabilidad de este colectivo y las deficiencias de un sistema asistencial ineficiente
La Asamblea General de las Naciones Unidas, en su resolución 66/127 , fija el 15 de junio como Día Mundial para la toma de conciencia del abuso y maltrato en la vejez . En esa resolución se anima a los gobiernos a implantar políticas que protejan a las personas de más edad como población vulnerable y se muestra la preocupación por la situación a la que están derivando los servicios de atención y cuidados, al mismo tiempo que se reconoce la deuda que tenemos con esa generación.
En Asturies los mayores de 60 años triplican a los menores de 15 y la tendencia es al envejecimiento progresivo, por lo que tiene especial importancia la necesidad de una gestión adecuada de los cuidados a los mayores. La concentración celebrada ayer en Sieru denunciaba «las debilidades de un sistema asistencial basado en la externalización de servicios y en un modelo de gestión privada que prioriza el beneficio económico por encima de la atención y el cuidado a las personas tienen como consecuencias la precarización del servicio asistencial, la falta recursos y de medios materiales y humanos con las que encarar tanto el día a día como, especialmente, crisis sanitarias como la que se está viviendo».
En su intervención han destacado las deficiencias de un sistema que trata a la vejez sin respeto, en el mejor de los casos más como una enfermedad que como una parte del ciclo vital, y que condena a miles de personas de avanzada edad a la precariedad económica, el abandono y la exclusión social. Estas deficiencias se suman a la falta de control y vigilancia del funcionamiento de las residencias geriátricas por parte la administración y el olvido de las personas mayores que viven solas y se han enfrentado solas a la situación generada por el covid, siendo muchos quienes han muerto, ya no de esta enfermedad, sino de simple y sencilla desatención.
Por todo ello demandan de los poderes públicos «un nuevo modelo asistencial centrado en las personas y en sus necesidades, un modelo basado en el desarrollo de programas de atención domiciliaria y de ayuda en la dependencia, que favorezca la inclusión y el envejecimiento activo en casa o como en casa. Reclamamos políticas valientes que apuesten por la gestión pública en la prestación de servicios asistenciales en las residencias y que garanticen los cuidados adecuados y las atenciones necesarias a las personas dependientes en la tercera edad.
Nuria Prendas
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