Barricadas rurales y hartazgo de forasteros

  • 24 agosto, 2020

La barricada con la que la gente del lugar cerró el paso a los turistas en la Ruta la Alba o el cierre simultaneo de todos los bares de Bulnes como reacción a la falta de respeto de los visitantes por la salud de quienes viven allí dibujan una Asturies rural que está hartándose

Coches aparcados en los caminos del ganado y en las mismas portillas, trabajadores que no un pueden acceder a su campos por caravanas interminables, robo de animales sueltos, destrozo, falta de conocimiento y de respeto y por encima de todo ello, la amenaza constante de contagio colectivo en pueblos en los que la mayoría de los habitantes son de alto riesgo por su edad y en los que la atención medica queda lejos; pueblos lo bastante alejados de las grandes urbes como para no un se tener que preocupar por la utilización de mascarillas, pero que viven en la continua tensión de ser visitados a la puerta de su casa por forasteros y urbanitas incapaces de respetar la paz ajena.

La apuesta por el turismo como única fuente de ingresos en las zonas rurales y la propaganda descontrolada de la «Asturies, paraíso seguro» hecha por Barbón a raíz de los buenos datos de contagios que este mismo turismo se encargó de hundir, deja tres de si una realidad bien diferente de las promesas: La mayoría de los visitantes apenas hacen gasto en los pueblos y los ingresos son puramente estacionales, desapareciendo completamente en momentos de crisis. «Los pueblos no viven de los veraneantes, sobreviven por sus habitantes» dejaba bien claro el cartel que acompañaba a la barricada vegetal.

Pero no es cosa de este año. Ni las colas, ni la falta de respeto para con los que tienen en la montaña su medio de vida, ni las meteduras de pata con los animales. El año pasado bajaban un burro del monte porque lo habían encontrado “abandonado, atado a un árbol”. Lo mismo pasa de continuo con los mastines y otros perros “abandonados” y ahora con los gatos «rescatados” para ser vendidos en Madrid. Las quejas de los turistas porque un pueblo sea un pueblo -como aquel al que le molestaban los gallos al amanecer o el que exigía que no oliera a estiércol junto a la cuadra-, la ridiculez de prohibir cabras en Cabrales, porque  tiran piedras a los caminantes, los “selfies” que alteran el ganado o la costumbre de entrar en cualquier prado y arramblar con la fruta como si fuera una barra libre, todo ello va componiendo un suma y sigue difícil de aguantar.

Además, no lo olvidemos: quienes siguen en los pueblos son la resistencia, los que no sucumbieron a presiones, promesas ni tentaciones, quienes han decidido seguir pese a todos los obstáculos y zancadillas de una administración que les quiere domesticados y centralizados en ciudades o mejor aún, que les quiere fuera de Asturies. Siguen ahí porque tienen claro donde y cómo quieren vivir, y no dejarán que se lo destrocen. Estais avisados.

Llucía F. Marqués


Esta obra está licenciada bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies. ACEPTAR

Aviso de cookies