Desde el 2018, en Asturies se ha registrado un único incidente protagonizado por un menor extranjero sin familia. En el mismo no hubo daños personales.

En cambio, solo durante el año 2018 -última fecha de la que se conocen datos oficiales- se contabilizaron en Asturies 34 delitos de odio, la práctica totalidad cometidos por fascistas españoles y con importantes daños tanto a bienes materiales como a personas. La mayor incidencia de estos delitos se encuentra en los vinculados al racismo y la xenofobia, seguidos de ataques a personas con ideología de izquierdas y relacionados con la orientación sexual.

Fuera de este cómputo queda el caso más conocido, el ataque en 2017 por parte de un grupo neonazi a Germán Fernández, dejándolo impedido de por vida. Tampoco se contabiliza cuando en 2019 una banda asturiana de música fascista causó una pelea tumultuaria en Madrid, la suspensión de conciertos y fiestas populares por amenazas de grupos neonazis o la actuación, en enero de este año, del boxeador fascista conocido como «El Jabalí» sacó un ojo a un hombre en plena calle. Se han atacado la Casa Sindical de Gijón, las instalaciones del club de fútbol de Ciares, la sede de Podemos en Xixón, los locales de asociaciones de vecinos… Sin embargo, los mismos protagonistas de estos «incidentes» son los que criminalizan la existencia mesma de niños y niñas que llegan al país sin familia.

Para muchos, es hora de ilegalizar estos grupos, -que de hecho actúan amparados en una cierta impunidad, tanto mediática como legal-  y si fuera posible, echarlos del país.