Del Blog Societat Anonima
Antes de nada, aclarar que el escritor de este 100% recomendable artículo se equivoca, lo mismo que el murciano que origina el debate. No, en Asturies no hay que saber asturiano para trabajar en la administración pública. Tenedlo presente cuando leais el artículo, bienvenidos a la Granja de Orwell
Estimado, o no:
Odio el queso. Odio su sabor y su olor. Mi pituitaria se cortocircuita con alimentos que tienen un olor parecido a los pies. Sé que muchas personas disfrutan con el queso porque sufro cada día que los cocineros de los restaurantes pongan queso a todo. Si el queso no tuviese éxito, habría desaparecido del paisaje público como Urdangarín. Pero es que yo de El Caserío no me fío. Por lo tanto, tengo claro que jamás buscaré trabajo en una fábrica de quesos. No forma parte de ningún proyecto vital mío e intuyo que nadie me obligará a trabajar elaborando quesos manchegos.
Ahora imagínate que eres guía turístico y quieres prestar tus servicios en la Alhambra de Granada a cambio de un sueldo. ¿Te parecería normal decir que es discriminatorio que no te seleccionen porque solo eres experto en arte románico? Sería surrealista, ¿no? ¿Qué deberías hacer si quieres tener un futuro laboral como guía turístico de la Alhambra? Formarte. Y es que en todo puesto de trabajo hay dos valores muy importantes: la actitud y la aptitud. Ambos valores se pueden mejorar.
Los murcianos no tienen ninguna tara genética que les impida aprender idiomas. Como en todas las comunidades, habrá murcianos con más facilidad para convertirse en bilingües o en trilingües, pero no hay ninguna enfermedad que impida a los murcianos estudiar inglés, francés, croata o asturianu. ¡Ni una! Por esa razón, ni un solo murciano está incapacitado para que el aprendizaje de idiomas le impida prestar servicio como funcionario PÚBLICO en Asturias por cuestiones lingüísticas. He escrito público en mayúsculas porque aquí radica el meollo de la cuestión. Un funcionario público es público porque cobra de una determinada administración pública para dar servicio al público. No es funcionario público porque el público deba adaptarse a sus carencias. Y es aquí cuando entra en juego el clásico nacionalismo español, mucho más proclive a exigir derechos que a cumplir con obligaciones.
En toda sociedad que no sea la granja de Orwell, hay derechos y obligaciones repartidos de una manera sostenible y no discriminatoria. Todos somos sujetos de determinados derechos y de determinadas obligaciones. Desde que nos despertamos estamos ejerciendo esos derechos y esas obligaciones (aunque también cuando dormimos tenemos derechos. Eso sí, no tenemos derecho a soñar con Úrsula Corberó o George Clooney cada noche). Si hablamos de que los castellanohablantes solo tienen derechos y ninguna obligación, quizás el modelo de sociedad no sea democrático sino una granja orwelliana en la que no es lo mismo ser un cerdo que un cordero. Es cierto que a veces se producen situaciones de derechos confrontados. Por ejemplo, en el aborto, ¿qué debe prevalecer, el derecho de la madre o el derecho del feto? Para eso está el debate social y el ejercicio de representación del legislador. En el caso que nos ocupa, ¿que un murciano quiera trabajar en Asturias significa que los asturianos cuya lengua inicial y diaria es el asturianu deben perder el derecho a relacionarse con la Administración en su lengua? En mi opinión, no. Sobre todo, teniendo en cuenta que unos pagan por unos servicios y otros ofrecen unos servicios. Además, aquí hay otro tema. Parafraseando a Rajoy: son los asturianos los que eligen a su parlamento y es el parlamento el que quiere que sean los asturianos, el parlamento. Es decir, los asturianos deben legislar para los asturianos, no para los murcianos.
Aprender idiomas no es destructivo. Estar capacitado para un puesto de trabajo no es destructivo. Lo que es destructivo es tener un marco mental en el que la riqueza cultural molesta y unos colectivos solo tienen derechos negándose a cumplir con ninguna obligación en base a un supremacismo atávico. Eso sí que destruye convivencias.
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