Perdonadme si tardé más de lo que supuestamente se debiera en escribir este artículo. Si, ya se que han pasado dos días desde el 0cho de septiembre, pero es que me han hecho falta para procesar chifladura. A estas alturas tendría que estar habituada al surrealismo intrínseco del día a día de esta Asturies nuestra y sobre todo, a la incongruencia de sus «dirigentes»; pero no, no me acostumbro
A ver como lo cuento.
Anteayer en Asturies se diferenciaban hasta cinco maneras de «celebrar» el Día de Asturies, porque, estemos de acuerdo en la fecha o no, por el momento, ese es el día oficial para que cada uno defina su relación con el país.
El grupo más numeroso, por lamentable que suene, es el de los asturianos para quienes su día paso sin pena ni gloria, cómo un festivo cualesquiera más, como mucho celebrándolo en versión romería fiestera. En el otro extremo, el grupúsculo más escaso se ha sentado a escuchar obedientemente a sus superiores venidos para la ocasión desde Madrid con la misión de adoctrinar a los acólitos de provincias, bien escondidos en el Pueblo de Asturies para no un llamar la atención más de lo justo.
En medio, quienes han salido a la calle a reclamar un futuro digno para el Pueblo Asturiano, recorriendo las calles de Xixón en una manifestación con un lema y unos planteamientos que, a mi pobre entender, habría debido atraer a muchos miles de asturianos… en cambio, no llegaron ni al primer millar. Cómo reacción inmediata a estos están quienes no hicieron absolutamente nada, pero que se lanzan cómo lobos contra los anteriores porque no lo han hecho más y mejor. Finalmente, y cómo remate esperpéntico máximo, quienes hincan la rodilla mansamente en nombre de algún dios, entre ellos nuestro presidente.
Un presidente «de izquierdas» que se hace llamar socialista y que va a misa cómo los mejores seguidores del régimen, un «progresista» que permanece sumiso ante el discurso del odio del arzobispo Sanz Montes quien en plena homilía ha afirmado «Ya quisiera yo que niños abortados o ancianos eutanasiados sin paliativos tuvieran la legislación protectora que se brinda a los toros», asumiendo Barbón el ataque a los derechos civiles sin rechistar.
Ahora viene mi reflexión. Este día dibuja un esquema perfecto de lo que es Asturies. Políticos de izquierdas que comulgan -literalmente- con la derecha más radical, aspirantes a dirigentes escuchando amablemente instruciones de Madrid, una facción irredenta, nostálgica de una Asturies luchadora de la que son vestigio, cargando con el lastre de críticos cainitas que excusan su inacción tirándo piedras al propio tejado y, por encima todo, un mar de asturianos a los que Asturies ni les va ni les viene.
Así está el panorama.
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