Más de 94.000 asturianos dependen para vivir del salario social, del ingreso mínimo vital o de alguna de las prestaciones por desempleo
Vivir exclusivamente de una prestación, ya sea estatal o autonómica, no solo implica que apenas se puedan cubrir económicamente las necesidades más básicas, sino que tal como están planteadas estas ayudas crea una dependencia absoluta, muy cercana a la sumisión, que dificulta enormemente salir de ese círculo vicioso.
De hecho, encontrar trabajo mientras se está cobrando una de estas prestaciones genera un dilema a los beneficiarios de estas prestaciones. En el caso del SSB, un contrato implica la interrupción de la prestación durante la duración del mismo, algo aparentemente lógico. Sin embargo, la lentitud de las gestiones y el hecho de que más del 90% de las contrataciones sean temporales lleva a que una vez finalizado el contrato haya demoras de hasta un año antes de que se reanude el cobro de la prestación, dejando entre tanto a las personas afectadas sin ningún ingreso. Por su parte, el IMV se calcula en función de los ingresos del año anterior, es decir, cualquier salario percibido este año implicará una merma en los importes mensuales a percibir durante todo el año venidero.
Estas informaciones sobre las ayudas sociales confirman lo ya adelantado por la Red Asturiana de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión, quien certifica que el año de la covid llevó a 30.000 asturianos a la ruina hasta elevar la tasa de pobreza del país al 27,7%, así como los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) con su Encuesta de Calidad de Vida, que refleja el liderazgo asturiano cifras de desigualdad económica, junto a las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. El Pueblo Asturiano es cada vez más pobre.
Nuria Prendes
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