La principal salida laboral que se propone a la juventud asturiana, la hostelería, destaca por su elevada precariedad laboral: temporalidad, normalización de la ilegalidad y un convenio colectivo que ya era deficiente cuando se aprobó hace diez años
El actual convenio que rige las relaciones laborales en el sector hostelero destaca por su inutilidad: vencido en el 2011, el Tribunal Supremo dictaminó en el 2016 que seguiría en vigor mientras no se redactara otro.
Tampoco tiene mayor importancia, es sobradamente conocido que el sector hostelero, ese en el que el gobierno de Asturies basa su apuesta de futuro, incumple sistemáticamente toda normativa laboral, siendo casi la norma las horas extras impagadas, los contratos por debajo del nivel real de exigencia y por debajo del horario real, el trabajo en negro, la obligación de realizar labores ajenas a las funciones contratadas y muchas otras ilegalidades.
A pesar de la histórica falta de unidad de los trabajadores de este sector, que ha permitido que se llegara a estos extremos, y a raíz de la reapertura de los establecimientos, las denuncias han empezado a generalizarse, en buena medida gracias a la labor de sindicatos que como la CNT o la CSI han apoyado a los trabajadores y los han asesorado respecto a sus derechos. Aún así, la gran mayoría de los hosteleros continúan con el tradicional sistema de abusos y amenazas.
Pero poniéndonos en el mejor de los supuestos, es decir, el de que se cumpla el convenio colectivo, éste data de hace diez años, sin que se hayan revisado los importes salariales. Los cálculos realizados según estas cifras oficiales arrojan un resultado esclarecedor: los trabajadores han ido perdiendo casi un uno por ciento anual de su capacidad adquisitiva, el 9’2% en una década.
Por todo ello, se anuncian movilizaciones en el sector, contra la precariedad, la inestabilidad laboral, la temporalidad, el incumplimiento del convenio y la necesidad de su actualización.
Llucía F. Marqués
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