Un 3% de los consultados por un estudio de la Universidad de Uviéu tiene plan de suicidio. La investigación tasa en más del 65% de la población los afectados por traumas derivados de la pandemia
El aislamiento, la ruina económica, la angustia, el miedo y la restricción de las relaciones personales han llevado que una cuarta parte de los asturianos opine que «así no merece la pena vivir»,
En 2020, el año de la pandemia, las muertes por suicidio entre menores de 50 años duplicaron a las producidas por la COVID-19, según datos del INE. En Asturies, en esta franja de edad, nueve personas fallecieron por el virus frente a 17 que se suicidaron. Sin embargo, no es obligatoria la cita preventiva al psicólogo para entrar en establecimientos públicos, no se imponen protocolos que limiten los factores de riesgo ni se considera unos parias irresponsables y poco menos que asesinos a quienes no vean la necesidad de practicar la profilaxis mental.
La incidencia media en Asturies es de 11 casos por cada cien mil personas, aunque sube a los 25 por 100.000 habitantes en la franja de unos 100 kilómetros que une la población de Gozón con Cangues. La tasa media de España es de poco más de 7 suicidios por 100.000 habitantes, según datos del INE.
El último estudio del grupo de investigación del área de Psiquiatría de la Universidad de Uviéu apunta a que al 9% de los asturianos que padecen una enfermedad mental crónica hay que sumar el 65% de la población asturiana que padece algún tipo de trastorno relacionado con la pandemia; una cuarta parte de la población piensa que las restricciones hacen que no merezca la pena vivir en estas condiciones y un 3% tiene un plan de suicidio. Los problemas de ansiedad y el consumo de alcohol muestran un alarmante incremento y cabe destacar la incidencia en menores, con un notorio aumento de su presencia en las consultas psicológicas y psiquiátricas.
Llucía F. Marqués
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