Los franceses tratan de proteger la forma de vida de su «campaña», con sus olores y sonidos, como parte importante de la identidad del país
El Parlamento de Francia acaba de proteger legalmente el olor del abono y el canto de los gallos convirtiéndolos en «patrimonio sensorial» del campo.
Según el secretario de Estado de «Ruralité», la medida servirá para preservar la vida en el campo y la ruralidad francesa, hoy en peligro a causa del posmodernismo, los turistas y los urbanitas desplazados que buscan un paisaje idílico en un entorno esterilizado.
Esta ley nació de las quejas y denuncias que emitía el turismo rural hacia los inconvenientes (ruidos y olores) que se producen en el campo de forma inevitable y pretende dotar de herramientas legales al mundo rural para su propia defensa.
Este tipo de quejas son frecuentes en Asturies, donde en aras de una mayor comodidad para el eventual turista ya se han planteado medidas como restringir el paso de las cabras en determinadas zonas de Cabrales o sacar a las vacas de los pueblos, obligando a alejar las cuadras de las zonas habitadas.
Vitor Corte
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